Se sabe que la lectura es el medio más eficaz para la adquisición de conocimientos ya que enriquece la visión de la realidad, intensifica el pensamiento lógico y creativo y facilita la capacidad de expresión, factores de fundamental importancia para el desarrollo integral de un individuo. Estas consignas que deberían tenerse muy en cuenta a la hora de promover el desarrollo de la lectura en los distintos ámbitos de la vida en sociedad y familiar se han ido postergando en el tiempo, en concordancia con el avance de la tecnología, dando lugar a una notable disminución de este hábito que hay que recuperar en beneficio de cada persona y de la sociedad en la que está inmersa.
Si bien la Argentina ocupa todavía un lugar de privilegio dentro de los países sudamericanos con más alto promedio anual de libros leídos por habitante, con 1,6 libros por año, es un hecho que este promedio es muy bajo y está muy lejos de países como España donde el promedio es de 10 libros por año, o de Francia donde la gente lee alrededor de 17 libros por año. Pero de la que realmente está lejos nuestro país es de Finlandia, donde la población lee una media de 47 libros al año, constituyéndose en la nación no sólo más lectora del planeta sino con mejor nivel de educación, al contar con una población donde la gente lee por estudio o placer dando lugar a un estilo de vida que caracteriza a ese país como uno de los más avanzados culturalmente del mundo.
En nuestro país desde hace años se plantea el problema de cómo promover el hábito de la lectura en un ámbito donde los medios electrónicos han copado la atención de los niños y los jóvenes. La irrupción de la televisión, los teléfonos inteligentes y otros recursos han desalentado en esta franja etaria la lectura de contenidos que son los que contribuyen a crear criterios y desarrollar pensamientos basados en la comprensión de textos y sus contenidos.
Períodos de receso escolar en todos los niveles educativos, como los que transcurren en estos momentos, no son aprovechados para una lectura recreativa o de formación, costumbre que ha sido reemplazada por el atractivo que ofrece la música o la producción de videos que se difunden a través de las redes sociales, manteniendo la mente ocupada en estos atractivos superfluos.
La tarea de promover la lectura debe surgir en el seno del hogar y complementarse con la práctica que se debe realizar en la escuela. Los expertos en el tema coinciden en que para fomentar este hábito se debe alentar a que el niño y el joven lean todo tipo de contenido sin ninguna restricción. Luego hacer que la lectura forme parte de una rutina diaria; alentar la lectura de forma digital; leer a través del juego; establecer retos y desafíos y dar libertad de elección.
Para cuando comience el período escolar hay que tener en cuenta que el reconocido pedagogo italiano Francesco Tonucci ponderó la lectura como el hábito más beneficioso para la educación. Insiste en que "leerles a los chicos 15 minutos por día es llevarlos al milagro de la lectura", lo mismo que "un buen maestro es alguien a quien le gusta leer".
