En la conferencia convocada por la Presidenta de la Nación para anunciar la suspensión de su viaje a China, no faltaron como es ya una rutina, las críticas a la prensa. "Sería bueno una mirada retrospectiva de ustedes acerca de las cosas que se escriben, que se dicen con absoluta libertad. Estoy dispuesta a morir para que sigan escribiendo las mismas mentiras que escriben en su diario con la misma libertad que lo hacen siempre".
Cristina Fernández de Kirchner respondió con esas palabras a un periodista que le pidió una reflexión sobre el comportamiento del oficialismo y la oposición en Chile, en contraste con lo que sucede en la Argentina. Este fue sólo un pasaje del constante embate contra la prensa, demostrando una vez más el malestar con los medios de comunicación que tienen la noble misión de informar, ayudando a formar conciencias ciudadanas de acuerdo a los criterios de la verdad objetiva.
También cuestionó a la empresa Papel Prensa, a la que calificó como un monopolio, destacando que "es facultad del Poder Ejecutivo aplicar la ley antimonopolio en la Argentina". También la jefa de Estado bromeó irónicamente en reiteradas oportunidades sobre la posibilidad de que los periodistas formularan preguntas. "¿Cuántas preguntas van a ser? ¡Qué amplia estoy últimamente!".
La Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) lamentó las graves descalificaciones de la Presidenta hacia los periodistas que asistieron a esa rueda de prensa. En un comunicado, advirtió que "la descalificación no oculta la información. Una vez más el camino elegido por el Gobierno ante una información que lo incomoda o que altera su agenda es estigmatizar a sus emisores, más allá de la veracidad y pertinencia de su contenido. Cada hecho noticioso se pretende menoscabar mediante comentarios peyorativos".
Lo cierto es que en una democracia debe existir la libertad de expresión como un derecho fundamental en la convivencia humana. Aunque a muchos les moleste, lo que los medios comunican es la realidad de lo que acontece y que, en este caso, quienes gobiernan escriben con sus actos. También, a la prensa se la quiere manipular o pretender que ignore u oculte la realidad. Actuando de este modo, los medios de comunicación no estarían al servicio de la verdad sino de la mentira que envilece y esclaviza, permitiendo que la prepotencia avasalle a la civilización.
Pretender homogeneizar el discurso público es una forma de autoritarismo que va contra la propia naturaleza del periodismo, y de la pluralidad de voces que es constitutiva de la República.
