Que sufrió un brote psicótico, es decir que mató en medio una alteración mental temporal provocada por la traumática relación con su papá Jorge Abregú, que la desconectó de la realidad y le impidió comprender lo que hacía en ese momento. Que presenta un desarrollo evolutivo inferior al de su edad. Que por las características de su personalidad y sus capacidades especiales (es hipoacúsica) no puede permanecer detenida en una institución carcelaria. Que debe estar medicada de por vida. Y que, siempre que consuma su medicación antipsicótica, no representará ningún peligro para sí misma ni para otras personas.
Según fuentes judiciales, esas conclusiones provisorias envió por fax (esperan los informes originales) una junta de expertos del Poder Judicial de Mendoza, que analizó a Luciana Abregú (21) por orden de la titular del 5to. Juzgado de Instrucción, María Inés Rosselot, quien pretende tener un completo informe médico, psicológico y psiquiátrico de la joven, para saber si puede o no indagarla como sospechosa de haber matado a su padre de un tiro en la nuca, cuando dormía en su casa de Concepción, Capital, el 19 de marzo de 2008.
La idea de la juez es despejar las dudas porque en la causa hay informes contradictorios: algunos expertos opinan que es imputable y otros que no lo es.
Luciana Abregú fue detenida el 2 de abril de 2008, después que su abuela hallara en el baño el celular que su nieta denunció como robado, con joyas y dinero, por los dos delincuentes que -dijo- mataron a su padre y la maniataron a ella.
Ese día la policía descubrió en la casa de la abuela materna (allí fueron a parar madre e hija tras el crimen) las joyas, el dinero y hasta el revólver calibre 38 usado en el crimen. La misma madrugada Luciana confesaba su autoría criminal, pero luego un tribunal declaró nula esa indagatoria por considerar que se violó, entre otros, su derecho de defensa.
Luciana recuperó su libertad el pasado 27 de octubre. Y ahora la juez debe resolver si sigue o no en libertad.
