Cada vez que comenzamos un nuevo año nos planteamos algunos objetivos que deseamos ver concretados positivamente. Entre ellos, el funcionamiento de la Justicia es uno de los que más nos inquietan en estos momentos, ya que pone en juego nuestra seguridad y bienestar como comunidad e individual.
Dada la importancia que tiene el buen ejercicio de la Justicia nos remitimos a lo que tantas veces enseñamos en la cátedras de Historia Antigua, base de nuestra cultura, que siempre está presente, de manera que ese pasado no es un peso muerto, ya que como muy bien se ha dicho la "Historia es la maestra de la vida".
Se ama el pasado tal como ha sobrevivido en la memoria humana. Hay obras de los antiguos que para nuestra formación ciudadana tendríamos que divulgar y practicar. Cicerón (entre muchos otros) príncipe las letras latinas, en la obra "La República", en forma de diálogo hace el análisis de las diferentes formas de gobierno y define a la República como una asociación formada al amparo del Derecho y confines de utilidad común (es decir de todos, no de unos pocos).
En el capítulo 3ro. se toca el tema de la Justicia, diciendo que lo más nefasto que hay para la sociedad es la injusticia y que sin respetarla profundamente, es imposible que la República se gobierne y exista, de ahí la importancia y responsabilidad de cada uno. Expresa que la Justicia nos manda a respetar a todos por igual y velar por los intereses del género humano, dar a cada uno lo que le pertenece.
La Justicia es una virtud que da a cada uno lo que le pertenece y mantiene en todo una estricta equidad. La justicia nos manda a respetar a todos por igual y velar por los intereses del género humano, dar a cada uno lo que le pertenece. No tocar lo ajeno.
¿Cómo hablar de justicia si hay abatimiento en el pueblo, si se llenan las arcas públicas confiscando, si hay enriquecimiento ilícito? ¿Se puede hablar de justicia cuando hay leyes dictadas para favorecer el interés de unos pocos?
En la vida es justo que cada uno procure lo que va a necesitar, pero quitárselo a otro intencionalmente es una injusticia notoria y por lo tanto una inequidad, que tarde o temprano la vida castiga a quien lo comete. Donde más suelen perturbarse las obligaciones es con las amistades, por conceder lo que no es justo. El que corre en el Estado, le hacer decir a Crisipo "Ha de empeñarse y esforzar todo su brío por llevar la delantera, pero no debe de ninguna manera poner el pie, delante de su competidor y menos esconder la verdad, sólo para perjudicar".
En el capítulo XXV da importantes reglas que debieran observar los que detentan un cargo:
*Han de mirar permanentemente por el bien de la ciudadanía, olvidándose de las propias conveniencias.
*Que en los pueblos libres todos tienen iguales derechos.
*Los que hacen leyes de privilegio, por más funcionarios que sean, atentan contra los fundamentos de la República, rompen la concordia, destruyen la justicia, porque no le da a cada uno lo que le corresponde. Mucho para ellos y con adelanto, sacado de los mas que trabajan honestamente.
En la Antigüedad ante las injusticias, los lacedemonios echaron del foro a Lisandro y hasta dieron muerte a un rey. Los problemas que los hombres han tenido y tienen son semejantes en el mundo, basta leer los Clásicos para comprobar esta verdad. Pero también ellos condenaron al nepotismo, al clientelismo, a las leyes de privilegio y otras tantas iniquidades que se cometen y que han hecho que se los califique de perjuros porque faltaron a su deber y juramento. Hoy uno a eso lo ve en el mundo y nos hace recordar a Eurípides al decir : "Juró mi lengua, no la intención mía".
Cuando haya ceguera histórica, debemos decir no a los privilegios, a la demagogia, al clientelismo, al nepotismo, que sólo despiertan rencores y dividen a la sociedad en réprobos y elegidos.
