Hacía una hora y media que Eduardo estaba en la cola esperando que le entregaran los 10 chivos solicitados. Llegó a la fiesta tradicional de La Majadita, en Valle Fértil, con otras 24 personas al mediodía de ayer. Eran las 14:30 y todavía no podían comenzar a degustar del chivo asado. Es que era tanta la demanda que faltaba parrilla.
El Festival del Chivo superó las expectativas de sus organizadores. Este año concurrieron alrededor de 150 personas más que en el 2008, cuando fueron unas 500. Y nadie se movió del lugar aunque algunos debieron esperar más de una hora para sentarse a comer.
Ni la gripe A pudo con la popularidad del tradicional Festival del Chivo que ayer se realizó en Valle Fértil. Y por ser justamente en el patio al aire libre de la escuela Julieta Lanteri, de La Majadita, es que este año contó con una mayor concurrencia, superando la expectativa de sus organizadores. Si bien los directivos de esta escuela más las autoridades de la unión vecinal temían una menor concurrencia de público por la emergencia sanitaria, igual apostaron a ser positivos. Prepararon 10 kilos más de picadillo para pasteles caseros y 20 chivos más que en el 2008. Y la demanda demostró que fue una decisión acertada. Este año, a las 15:30, la gente ya superaba en más de un 20 por ciento a la de la edición anterior.
Desde temprano comenzó a llegar la gente al predio para ubicarse en los tablones dispuestos para el público. Y para hacer el pedido de comida. Los primeros 200 comensales no tuvieron que esperar demasiado para comer. Pero el resto tuvo que hacer una cola interminable y soportar una espera de más de una hora para acceder a su pedido. Es que la mayoría concurrió en grupos numerosos que pidieron una orden de hasta 10 chivos completos. Esta gran demanda provocó que los asadores dejaran de lado el arte de asar lentamente estos animales, obligándolos a apurar el fuego y acortar el tiempo de cocción.
La espera por un chivo asado o al menos una porción hizo que algunos decidieran cambiar de menú, optando por comer pasteles. Esto también obligó a un cambio de planes. Hasta los niños de La Majadita tuvieron que ayudar a armarlos.
Por otra parte algunas personas demostraron su solidaridad a raíz de la espera. Fue el caso de Carlos Robledo, de la ciudad de San Juan, quien cuando recibió los dos chivos asados que solicitó, se los cedió a un porteño que llevaba más de 30 minutos en la cola. "Prefiero esperar -dijo- antes de que un visitante se vaya disgustado de nuestra provincia".
