Los llantos de Rodrigo cuando descubrió entre las cenizas que ni su bicicleta se había salvado del incendio que dejó en la calle a su familia, ayer cambiaron por una sonrisa. Oscar Villalobo, el ídolo sanjuanino del ciclismo, llegó ayer a El Mogote y de su auto bajó una bici nueva para el niño. Rodrigo esperó la sorpresa con los ojos cerrados, parado en medio del hollín de lo que hasta el lunes pasado era su casa, y agradeció con timidez el gesto del ciclista, ante el bullicio de sus tres hermanos menores. Ayer por la tarde, al menos por unos momentos, volvió la alegría a la familia Urbano y se olvidaron de la amargura por perder todo lo que tenían.
"Sé que tienen muchas necesidades y hay otras prioridades, pero a lo mejor la bicicleta es un granito de arena. Al menos le va a servir a Rodrigo para ir al colegio", contó Villalobo. Y es que la bici que tenía el chico de 8 años era la que usaba para ir y volver a la escuela Combate de San Lorenzo, que está en el departamento Chimbas. Y fue el símbolo de la tragedia, cuando en su edición de ayer, DIARIO DE CUYO mostró en la tapa la imagen del chico con su bici incinerada.
El drama de los Urbano se desató el lunes por la tarde, cuando Sebastián, el padre, y Silvia Carrizo, la madre, ataban parrales en una finca vecina, por una changa que les había salido ya que ambos son desocupados. Estaban con sus cuatro hijos, de 2 a 8 años, cuando un hermano de Silvia les avisó que se quemaba el ranchito de cañas y adobe que les prestaba la madre de la chica. Pero ya era tarde. El fuego fue voraz y no dejó nada.
Sin embargo, entre tanto dolor y amargura, la familia ayer recibió distintas muestras de solidaridad. "Vino gente que no conocemos, que nos dejó mercadería y ropa. También nos dieron unas camas y unos colchones. Y la Municipalidad de Chimbas nos donó 500 ladrillos", contó Sebastián. Además, el empresario José Marzano hoy iba a llevar otra bicicleta para la familia.
De todas formas, para empezar a construir un nuevo hogar, el hombre pidió ayuda con palos, nylon y adobes, mientras que necesitan al menos una mesa y unas sillas. "Tengo que hacer urgente aunque sea una piecita. No podemos seguir mucho tiempo arrimados en casa de mi mamá y de mis suegros", apuntó Urbano.
A su vez, como el incendio quemó los documentos de toda la familia, otra incertidumbre golpeaba ayer al matrimonio que ahora más que nunca necesita cobrar la Asignación Universal. "Si no tengo el documento, no sé si me van a poder pagar. Esto es una desgracia. No sé cómo arrancar, de dónde empezar. Lo poco que teníamos se lo llevó el fuego", confesó Silvia, que desde el lunes por la tarde no para de llorar.
