Señor director:

Los tiempos cambian. En ello está encerrada toda nuestra forma de vivir, de ver las costumbres y compararlas con los tiempos pasados y presentes. Aciertas y errores. Muchos dicen: "todo tiempo pasado fue mejor”. Este dicho sujeto a dudas, a veces si, a veces no, nos va marcando hasta los años vividos. Y, cuando ya se han acumulado muchos kilos de memoria, los recuerdos, sentimientos, experiencias y alegrías, fluyen. Todo eso tratando que no salgan a luz los momentos negativos y que alguna vez nos hicieron mal.

No nos olvidemos que mientras más viejitos, mas lágrimas, pues emocionarse no nos cuenta nada, ya que para nosotros "los viejitos”, tenemos más recuerdos que presente. Vivimos pegaditos al pasado. No por "viejito”, sino por memorioso.

Recuerdo que, hasta no hace mucho se acostumbraba pasar la Navidad, que era una fiesta de familia y esencia religiosa, y que casi nadie iba a la iglesia a la Misa Navideña, y todos nos quedábamos en casa esperando las 12 para hacer el brindis.

Un momento de besos y de desear "Feliz Navidad”, y que "El Niño Dios cumpla todo tus deseos” o que "El Niño Dios te haga más bueno”, nunca faltaba. (Era como un "pecado” ir a pasar la Navidad a un restaurante o lugar público pagado).

Lo más lindo, bueno, casi lo más lindo, era que cenábamos en la vereda. En un mesón, de esos alquilados de un servicio de lunch. Estaba vestido con espléndido mantel blanco y unas estrellas federales muy rojas en florero al centro de la mesa.

La cena, que no era mucha, se confundía con los bocinazos de los coches que pasaban y gritaban: "Feliz Navidad”, y una vez que el reloj marcaba las 12 y le daba paso al feriado del 25 de diciembre, entre nosotros y los vecinos y unas tremendas alegrías, nos abrazábamos dándonos las felicidades correspondientes.
Momentos, hasta de reencuentros y perdones, alegrías y continuidades.

Así no fuésemos "tan devotos” de ese vecino. Pero llego a mi presente, y no sé si la Navidad es tan Navidad, cuando uno escucha por las radios; "se recomienda no dejar la casa sola, evitar que los "señores” de lo ajeno le hagan pasar una muy triste Navidad”, "La puerta de calle debe estar cerrada bajo 7 llaves, pues los delincuentes harán de las suyas”.

Es una vergüenza. Se ha roto el concepto de familia tan necesario en estas fiesta. Se piensa más en los ladrones que en la llegada del Niño Dios, que vino a este mundo con el sólo objetivo de que el humano fuera, (porque ya no lo es) cada día más bueno.