“Mi mamá dice que mi papá se olvidó mi nombre adrede cuando me fue a inscribir al Registro Civil. Y me puso Haydeé Mercedes en vez de Marta Mercedes. Mi mamá quería que me llamara Marta. Así sin hache, Marta. Como es lógico, en casa mandaba mi papá, pero se terminaba haciendo lo que quería mi mamá. Y entonces todos, desde que me recuerdo, me llaman Marta. Me gusta mucho más ser la Marta”.

“La mayoría de los cantantes cree que el papel del intérprete es conmover al que está enfrente sin importar lo que pasa dentro suyo, entonces se colocan anillos, vestidos raros, se cambian el peinado… ¿Sabe cuál es la mejor ropa de un cantante?. Salir a escena con paz. Con mucha e infinita paz. Sólo así es que se puede transmitir algo a un semejante”.

“Busco y busco en mi pasado y siempre me veo cantando, a veces me pregunto qué habré aprendido antes: ¿a cantar o a leer y escribir? ¿a cantar o a hablar? Qué pena no tener ya a mi madre para preguntarle esto”. “De mi adolescencia recuerdo el olor de los azahares, que es profundamente dulce. El otro olor que siento no es agradable y es muy penetrante, es el de la cachaza de los ingenios”.

“Hasta creo haber superado el momento halagador del aplauso para quedarme en la pura alegría del cantar, ahí encuentro toda la felicidad”. “Se podrán golpear muchas puertas, se podrá hacer mucha promoción, pero es el corazón de la gente el que tiene la última palabra”. “Los premios sólo me estimulan para seguir haciendo discos y llevando la música de nuestros compositores y autores por el mundo”.

“Cosquín me trae muchos recuerdos de gente que quiero mucho y por sobre todo está su pueblo, su gente y no tengo problemas en decir que siento miedo de subirme a ese escenario por todo lo que significa”. “Toda mi energía la volqué en el canto, aunque no me gusta dejar casa y familia para ir a cantar a otro lado del mundo; es una tarea pesada, exigente y se paga con la soledad de los hoteles”.