Casi no puede caminar porque no tiene fuerza en sus piernas y aún así le quedan ganas de reír. Pero cada carcajada tiene un alto costo para sus pulmones porque le falta el aire y por eso tiene que estar todo el día conectada a una mochila con oxígeno. Una mochila que le arrebataron hace tres días cuando estaba esperando el colectivo junto a su madre. Este aparato mantiene viva a Jazmín Camargo, una nena de 10 años que tiene hipertensión cardíaca pulmonar severa. Una enfermedad incurable, que avanza a pasos agigantados y que hace que no pueda respirar sola y que su peso sea de 14 kilogramos. Ayer le donaron otra mochila, pero a Jazmín aún no se le va el susto.
Fue como arrancarle un pulmón en pocos minutos y en plena calle. El jueves por la tarde Jazmín estaba con Celina, su mamá, y un par de muchachos le robó la mochila en la que transportaba el tubo de oxígeno. “Pensé que se iba a morir. Les dije a los ladrones que se llevaran el celular o la plata, porque a ellos ese tubo no les iba a servir. Creo que pensaron que era otra cosa”, contó la mujer. Después de este episodio, que ocurrió en Rawson, Jazmín estuvo en la cama, pero sentada para respirar mejor, y controlando cada bocanada de aire para no agitarse demasiado. Aún así a medianoche entró en una crisis pulmonar de la que salió paulatinamente cuando la conectaron a un nebulizador que consiguió su tía. Un día después, Desarrollo Humano le prestó una mochila. Y ayer alguien que no se dio a conocer le donó otra.
Jazmín todavía no puede recuperarse del impacto del robo. Además del susto, todavía le cuesta respirar, a pesar de estar con oxígeno de manera permanente. Casi no habla porque guarda todas sus fuerzas para que el aire llegue hasta sus pulmones débiles. La enfermedad le provocó un cuadro de desnutrición importante, por lo que tiene un peso muy bajo para su edad. Ya casi no camina ni juega con sus hermanos. Apenas le quedan ganas para ir a la escuela y terminar con mucho esfuerzo el Cuarto grado. Tomar la lapicera es toda una odisea, mayor que aprender a dividir o a decir la tabla del 9.
La historia de Jazmín salió a la luz en junio de 2009, cuando DIARIO DE CUYO publicó una nota contando la gravedad de su caso y que necesitaba una mochila de oxígeno y sus padres no podían comprársela. Un día después, un empresario sanjuanino, que prefirió mantenerse en el anonimato, le compró el aparato. “Durante un tiempo largo también se encargó de los remedios que Jazmín toma, y de la recarga, de por vida, del tubo de oxígeno”, contó Celina.
Después de dos años de ese suceso, el panorama de Jazmín no mejoró. Además del mal rato provocado por el robo de la mochila, la salud de la nena está cada vez más frágil. Ahora no puede dejar de usar la mochila ni un instante porque sus pulmones se están debilitando. Vive en una pieza que le presta el hermano de su madre. Necesita asistencia permanente en la escuela y a pesar de esto, siempre está de buen ánimo. No hace falta más que ver sus grandes ojos negros y su sonrisa para ver que a Jazmín lo que le sobra es la fuerza y las ganas de ir por primera vez al cine. “Mi mamá no puede llevarnos, porque necesita la plata para comprarme yogurt”, dijo la nena mientras se corría la máscara a un costado para poder hacerse escuchar mejor.
