Damián Hudson, en su "Recuerdos Históricos sobre la Provincia de Cuyo" (Imprenta "Juan A. Alsina", Buenos Aires, 1898, pág. 7) pinta el San Juan de principios del XIX, como un pueblo donde sus habitantes "vivían patriarcalmente, al modo de las sociedades primitivas, sin aspirar otra posición para si ni para sus hijos y nietos, que aquella estrecha y menguada que le legaron sus antepasados". Coincide con esta mirada Juan Rómulo Fernández, otrora miembro de la Academia Nacional de la Historia al decir: "El pronunciamiento de Mayo vino a despertar a este pueblo que dormía su sueño secular, acurrucado al pie de los Andes. Acaso los visionarios, andando por valles y gargantas, habían tenido el presentimiento. Pero fue un gran día aquel del año 1810 en que el emisario de la Junta de Buenos Aires se apeó del caballo y entregó, inmediatamente, al Cabildo los oficios del caso" ("San Juan, 1810-1862", Imprenta de la Universidad, Buenos Aires, 1941, pág. 4)

A su vez, para el periodista Rogelio Díaz Costa, eran tiempos en que la colonia ya tiene definida "la actividad agrícola y pastoril, pero la búsqueda de las minas no ha cesado. Son los mismos cabildos de Mendoza y de San Juan, los propios misioneros, los que buscaban minas y derroteros" ("Nosotros los sanjuaninos", S.P.A.E. (Sociedad de padres y amigos de la Escuela de Arte Escénico `San Juan’, San Juan, 1972, pág. 242).

Sin embargo, desde el ángulo de la formación intelectual, el pueblo sanjuanino tenía una preparación destacada si nos atenemos a la afirmación que hace Margarita Mugnos de Escudero, madre de nuestro actual poeta "mayor", Jorge Leónidas Escudero, al asegurar que San Juan "distinguióse siempre por su cultura y su aspiración de aprender. Cuando la Revolución de 1810 vivificó el aire de la Colonia con sus auras de libertad, existían en San Juan, además de los colegios de los conventos, la Escuela del Rey, primaria, el aula de Latinidad y un establecimiento de enseñanzas particular atendido por el Pbro. D. Manuel Torres." ("Contribución a la Historia de la Cultura de San Juan",Editorial Sanjuanina, San Juan, 1968, pág.16).

Pero, en ese marco general, ¿qué pasó en San Juan el 25 de mayo de 1810 cuando triunfa la revolución patriótica en Buenos Aires? Naturalmente que nada, porque la noticia tardaría en llegar varias semanas. Hoy todo hubiese sido distinto ya que simultáneamente hubiésemos estado informado. Pero a la sazón, había que esperar que la autoridad dispusiera enviar correos hacia todo el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y no podía hacerse de otra manera que a caballo.

La noticia, 23 días después

Para situar a San Juan políticamente, recordemos que dependía del virreinato del Río de la Plata, y poseía la categoría de "comandancia de armas" dependiente de la gobernación-intendencia de Córdoba. La noticia del pronunciamiento patrio del 25 de mayo de 1810 llega a estas tierras el 17 de junio, es decir veintitrés días después. Pero al mismo tiempo se recibió una orden de Córdoba en contra de la revolución porteña, lo que complicó las cosas al Cabildo de San Juan.

Cesar H. Guerrero cuenta que los dos sobres, el de Buenos Aires y el de Córdoba, se abrieron en la misma Asamblea realizada el 7 de julio en la Sala Capitular del Muy Ilustre Cabildo (cuyo edificio se levantaba frente a la actual plaza "25 de Mayo" sobre la actual calle Gral. Acha), "corriendo luego la noticia por el vecindario que no tardó en agolparse a las puertas de aquel, en demanda de informaciones ciertas, ya que desde el primer momento habían comenzado a difundirse noticias contradictorias". Pero destaca este autor que los miembros del Cabildo actuaron "serenos y prudentes (-) en previsión de aglomeraciones o alteraciones del orden, dado la trascendencia de los acontecimientos de la metrópoli (-)".("Repercusión de Mayo en San Juan", Academia Provincial de la Historia, San Juan, 1964, pág. 12)

Juan Rómulo Fernández detalla esa trascendente asamblea del 7 de julio, que contó con la presencia de autoridades civiles, militares y eclesiásticas: "(-) Después de oír al prelado dominico, al teniente ministro de real hacienda, al alférez real y a otros, se resolvió por el voto de todos, menos dos concurrentes." Según lo publicado en el número 17 de la Gaceta de Buenos Aires, los sanjuaninos habían decidido "que debía obedecerse a la Junta (de Buenos Aires), expresándose con toda energía y unión, que acaso jamás se haya visto ni esperado".

Más de veinte años después de Fernández y más de cuarenta de la citada publicación de Hudson, Guerrero pudo ampliar y revisar lo conocido hasta ese momento (1964) sobre la llegada de noticia a San Juan. Así, observó que no llega directamente desde Buenos Aires en manos del comandante Manuel Corvalán, como escribió Hudson. Y lo explica, tras comentar sus investigaciones al respecto: "(-) Jacinto R. Yabén (N. de la R. en su "Biografías Argentinas y Sudamericanas") aclararía la cuestión cuando dice cómo condujo Corvalán los oficios: `Producido el movimiento del 25 de Mayo, los patriotas de Buenos Aires le encomendaron hiciese estallar un movimiento análogo en Mendoza, pero al llegar a este punto lo alcanzó el capitán Juan Bautista Morón, quien conducía comunicaciones de la capital fechadas el 27 de mayo, dando cuenta de haberse verificado aquel movimiento. Corvalán llegó a aquella Capital el 13 de junio de 1810, según las investigaciones que se han realizado`". Sobre la base de esta información, para Guerrero "se desprende entonces que Corvalán no trajo a San Juan la noticia del movimiento revolucionario operado en Buenos Aires, como erróneamente se ha venido repitiendo, sino que los despachos a San Juan llegaron el día 17 de aquel mes y año, es decir cuatro días después de recibirse en Mendoza, por el Correo General, a quien los confiaría Corbalán imposibilitado de hacerlo personalmente, por lo que dejamos dicho" ("Repercusión de Mayo en San Juan", Academia Provincial de la Historia, San Juan, 1964, pág. 11)

De todas maneras, lo importante es que así, San Juan, por mayoría de los miembros del Cabildo, máxima autoridad colegiada de entonces, se unía a la Revolución de Mayo y a partir de ese momento debía elegir un representante para concurrir a Buenos Aires. Según Fernández, "votaron libremente autoridades y vecinos (-) y resultó elegido para el cargo (de diputado) el regidor alferez real perpetuo don José Ignacio Fernández Maradona por 34 votos", por ser el más votado. Y agrega que "al diputado se le asignaron 3000 pesos anuales para viático, procedentes del ramo de arbitrios y de los derechos del Rey".

Aunque cueste entenderlo desde la óptica actual, "hubo vivas al rey Fernando VII, Tedéum en la iglesia matriz y un `sarao público’", es decir una fiesta muy entretenida, con gran participación de los vecinos. Y remata Fernández que, mientras el pueblo entero negó obediencia a Córdoba, "el comisionado de la Junta, don Pedro José Zaballa, tornó a Buenos Aires con tan señalado éxito (-) Así se operó en San Juan el cambio fundamental que traía en su entraña (-) la Revolución de Mayo". ("San Juan, 1810-1862", Juan Rómulo Fernández, Imprenta de la Universidad, Buenos Aires, 1941, pág. 5)