A partir del lunes próximo y hasta el 12 de diciembre, Lima será sede de la la vigésima cumbre mundial de las Naciones Unidas por el cambio climático (COP20 sus siglas en inglés) convocada para avanzar hacia un acuerdo global que comprometa a todos los gobiernos a abandonar los combustibles fósiles y reemplazarlos únicamente por energías renovables en 2050.

La ONU no eligió a la capital peruana al azar, sino como un punto de referencia de una región de países en desarrollo que viene experimentado los impactos devastadores del cambio climático en el continente, en forma de inundaciones, derretimiento de glaciares, alteraciones extremas de ciclos climáticos, como el causante de la prolongada sequía en nuestra provincia, para citar una referencia cercana cada vez más preocupante.

Los mandatarios y representantes de 195 países que han comprometido su asistencia a este cónclave deberán consensuar el borrador de un nuevo acuerdo mundial sobre la reducción de gases de efecto invernadero. El documento que surja en los próximos días, deberá ser aprobado durante las deliberaciones del COP21, a celebrarse en París, en 2015, para sustituir al frustrado Protocolo de Kioto, suscrito en 1992, e ignorado sistemáticamente por las naciones desarrolladas, las principales contaminantes por el uso de combustibles fósiles y también por países emergentes que siguen devastando las selvas tropicales con la explotación maderera o ganando espacio para cultivos masivos.

Ahora existe optimismo en torno a esta cumbre porque casi no hay resistencia para llegar a las metas climáticas que estabilicen al planeta, en virtud de los recientes compromisos de China y Estados Unidos para reducir sus emisiones hacia el año 2025, teniendo en cuenta que eran naciones renuentes a cambiar sus matrices energéticas. Además, se confía en que los compromisos financieros realizados por una serie de países a inicio de este mes darán un impulso político para el éxito de las discusiones de la COP20, en las próximas semanas.

Asimismo, se deberá asegurar la financiación del Fondo de Adaptación y comprometerse a frenar la deforestación, de manera de articular un mecanismo de ayuda a los países o comunidades que sufrirán pérdidas permanentes y daños a causa del impacto del cambio climático. Y un pronunciamiento claro de los países europeos respecto a los objetivos destinados a lograr una transición rápida y justa hacia un modelo energético basado en energías renovables y eficientes.