1 El primer mazazo
La incompleta reacción de Orión en el tiro libre que ejecutó Ponzio al minuto de juego fue el ingrediente necesario para que el superclásico comenzara de una forma totalmente imprevista. River empezaba ganandole a Boca muy temprano un partido que arrancaba de una forma casi impensada. Y eso repercutió en lo anímico. El equipo de Almeyda fue superior a Boca en los primeros 45 minutos, a pesar que tuvo que actuar ante otros dos imprevistos, como fueron las lesiones del defensor Ramiro Funes Mori y del volante Aguirre, a los 13 minutos de juego recién.
Boca nunca se paró bien en la cancha y lo único que logró en los primeros 45 minutos fue que Lunati amonestara a tres futbolistas: Sánchez Miño, Silva y Viatri.
Al descanso se fueron los dos equipos con la sensación que le venía mejor al equipo de Falcioni para ver si en el vestuario encontraban otras alternativas para torcer la historia del juego.
2 La persiana, abajo
El único movimiento que eligió Falcioni fue el ingreso de Lautaro Acosta por Clemente Rodríguez para el comienzo de la segunda etapa, para que Boca buscara el empate. River, más que jugar al contragolpe, retrocedió para cuidar la diferencia y aguardar que se presentara una situación para aumentar el marcador. Eso repercutió en que Boca tuviese la pelota pero no conseguía profundidad para llegar al arco rival.
Dentro de un suspenso por si aparecía otra oportunidad en algún arco, volvió a ocurrir en el de Orión. Y el supuesto primer final del partido ocurrió a los 25 minutos del complemento. El uruguayo Mora, más afilado que nadie en la cancha, fue el que generó y concretó la situación para que River lograra el dos a cero, que, por lo hecho hasta ese momento por ambos equipos, empezaba a tener olor a definido el superclásico. El Monumental alcanzó ahí el pico de alegría millonaria, aguardando que transcurran los minutos esperando una victoria prácticamente alcanzada.
3 Otra vez en carrera
Pasaron cuatro minutos para que los que eligieron terminar de ver la función se dieran cuenta que el desenlace todavía no estaba resuelto. Debido a que Botinelli esperaba reingresar al campo de juego luego de recibir asistencia médica, es que se generó un pequeño hueco en el fondo de River que pudo aprovechar Lautaro Acosta. González Pirez, que había ingresado por el lesionado Funes Mori, corrió con demasiada vehemencia para cubrir la zona y lo que terminó haciendo fue una infracción para que el árbitro Lunati cobrara penal para Boca.
El encargado de patearlo fue el uruguayo Silva y cumplió con el encargo. Al partido le quedaban 15 minutos más el tiempo adicionado y solamente había un gol de diferencia.
4 La decisión polémica
A los 35 minutos, Falcioni decide que Paredes reemplace a Chavez como generador de juego para los delanteros de Boca, su último cambio, ya que a los 22 Colazo había reemplazado a Sanchez Miño. A Almeyda le quedaba todavía una variante, luego de las dos obligadas en el primer tiempo. El técnico, a los 41 minutos, apuesta a que ingrese Ramiro Funes Mori para que salga Mora, quien no convirtió el 3-1 un par de minutos antes por los reflejos de Orión. La decisión de Almeyda genera la ola del primer debate, ya que Trezeguet sigue en cancha pero evidentemente sin poder alcanzar el cien por ciento de su rendimiento físico. Schiavi y Burdisso lo sufrían a Mora, no al galo.
5 El golpe final
Ya se estaba jugando el primero de los tres minutos adicionados. Boca, volcado ciegamente al ataque. River tiene otra oportunidad. Trezeguet recibe un centro y elige pegarle directamente al arco, en vez de asistir a Carlos Sánchez que lo pasa por atrás, sin marca. El remate del francés rebota en Colazo, que se interpuso de casualidad en el trayecto de la pelota y el rebote le queda al pibe Paredes. El volante se encuentra con mucho campo libre para avanzar y supera la mitad de cancha. Luego de pasar el círculo central, Paredes opta por descargar la pelota hacia la derecha, donde está Lautaro Acosta, ante la tibia presión de dos jugadores de River. Acosta no piensa mucho y tira el centro al borde del área grande, donde Silva le gana a Pezella. Erviti pica antes que Botinelli y recibe la pelota "llovida’ para poner la zurda y darle el toque que anula la salida del arquero Barovero.
La historia cambió repentinamente. La televisación muestra que Falcioni, que ya estaba en el borde del acceso al vestuario, atraviesa toda la pista de atletismo para regresar al banco de suplentes y dar un par de indicaciones. Almeyda, que nunca salió del corralito, fue la imagen misma de la incredulidad por lo que estaba sucediendo, sentado en la cómoda butaca. Para el campeonato, el resultado no le favoreció a ninguno. Pero esa es otra historia.
