Dicen los sociólogos y expertos sociales que el trabajo en casa será la forma más habitual de ganarse la vida en el siglo XXI. De hecho ya muchos lo hacen y hasta instalan una especie de oficina en su hogar o espacio para uso exclusivo de tareas profesionales. Esto es fundamental para que el resto de los miembros de la familia no se siente afectada o invadida por esta actividad.

En este sentido hay que buscar la forma estética y funcional para lograr un lugar atractivo que no ocasione inconvenientes. En primer lugar para adaptar un espacio de trabajo dentro del conjunto del hogar sin alterar la armonía decorativa de la casa, se debe crear un ambiente agradable. Esto se consigue utilizando elementos que, además de ser funcionales y estéticamente bellos, sean susceptibles de doble uso. Es decir, que puedan emplearse tanto en trabajos de oficina como en el entorno doméstico.

Para que esto sea posible deben primar los colores claros o neutros, tonalidades azules y verdes, matizadas con tonos cremas. Estos tonos se integran a la perfección en cualquier tipo de decoración y, además, crean ambientes relajados que favorecen el rendimiento intelectual.

Hay que procurar no sobrecargar la estancia donde se ubique el despacho con elementos que puedan desviar la atención. Mantener el espacio ordenado facilitará el trabajo y la concentración.Es recomendable disimular y proteger los cables de los aparatos electrónicos y eléctricos dentro de canaletas o regletas.

En cuanto a la decoración, distribución del mobiliario e iluminación, es aconsejable distribuir el mobiliario de tal modo que resulte cómodo su utilización. Elegir un mobiliario pequeño y funcional que no estorbe la circulación es la clave. No colocar la mesa de trabajo de espalda a la puerta, estéticamente no encaja y provoca tensiones psicológicas al no poder ver quien entra.