El encuentro más apasionante del fútbol argentino, disputado el domingo último, tuvo un marco diferente en las tribunas donde se exteriorizaron las preferencias con desbordantes manifestaciones de las hinchadas. Esta vez no se utilizaron los peligrosos elementos pirotécnicos, tan acostumbrados en espectáculos públicos a pesar de las trágicas consecuencias, que siguen repercutiendo con dolor en la opinión pública.
La acertada prohibición de encender bengalas en concentraciones populares, en este caso una cancha de fútbol, tiene el antecedente de hace diez días, cuando la hinchada de Vélez Sarsfield, empleando este juego irracional terminó con la vida de un espectador y la valió la clausura del estadio de Liniers. Los antecedentes del boliche Cromañón, con 194 jóvenes muertos y la víctima, por idéntica causa, de un recital en La Plata, no parecieron tomar conciencia sobre el enorme peligro de manipular artefactos pirotécnicos en medio de una multitud.
La bengala es un elemento pirotécnico que produce luz muy brillante e intensa, o humo denso, que se la utiliza para señalar e iluminar en situaciones y lugares muy especiales. Mide entre 25 y 30 cm, su duración es de 5 a 7 minutos y produce gran luminosidad por la combustión del material pirotécnico, a veces basado en el magnesio, al que se le agregan colorantes pirotécnicos y otras, de calcio, sirven para la iluminación subacuática. Por su características, este tipo de elemento que genera altísimas temperaturas debe ser empleado por personas expertas y disparado siempre hacia las alturas, nunca en forma horizontal o dispuesto como una antorcha, tal como se ha venido empleando discrecionalmente en lugares abarrotados por jóvenes eufóricos, al ritmo de rock o para celebrar una victoria deportiva.
Numerosos países, en particular europeos, han circunscripto el uso de bengalas a salvar vidas, como señalización de embarcaciones en peligro, accidentes aéreos, carreteros, u otras contingencias que requieran una guía para equipos de rescate. La bengala es un apoyo ante un accidente donde no se dispone de comunicaciones de ningún tipo. Es decir, se trata de elementos destinados a ser manipulados en circunstancias extremas y deben tener un control estricto en cuanto a la venta que no debe ser discrecional por el peligro que implica en manos irresponsables y en lugares inadecuados.
