La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que como consecuencia del cambio climático, para 2050 la caída en la productividad agrícola llegará al 12% de las cosechas actuales. Por ello la necesidad de recurrir a la ciencia y la tecnología para cubrir la demanda alimentaria del crecimiento demográfico, teniendo en cuentas las contingencias naturales.
Argentina, proveedor mundial de alimentos, produce especies genéticamente modificadas de manera exitosa, no sólo por la mayor productividad sino con menores plagas de insectos y maleza, un uso más racional de los agroquímicos y por ende menores costos económicos, sanitarios y ambientales asociados. Además, estos cultivos también presentan mayor resistencia a climas adversos, caso de sequías o tierras salinas.
Concretamente, estos cultivos son seguros como alimento, sin riesgos para el ecosistema y por eso se han aprobado más de cien cultivos transgénicos para consumo tanto humano y animal en los últimos 15 años, avalando sus ventajas la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ahora los avances científicos alcanzaron al reino animal y la polémica mundial recrudece en torno al salmón rosado, el primer pescado transgénico legalizado en Estados Unidos para el consumo humano.
El desarrollo de la empresa AquaBounty enfrenta a los defensores y detractores, aunque se trata de una mayor hormona de crecimiento como resultado de un gen importado de otra especie de pez para crecer en menos tiempo del que necesita el salmón naturalmente. Para la FAO es un paso adelante, resultado de alternativas creativas, socialmente aceptables, inocuas y respetuosas con el ambiente para atender la demanda alimenticia de una población mundial en aumento. Es decir, la ingeniería genética es una opción real con la garantía de que este nuevo salmón ha superado numerosos controles para autorizar su consumo y lo único que exigen las autoridades es la cría en instalaciones terrestres y no en el océano para evitar fugas y consecuentes riesgos ambientales, como en cualquier granja o sistema de cultivo.
No opina igual el mercado, temeroso de la reticencia del consumidor y por lo tanto la negativa de comercializar un salmón de este tipo. Supermercados y cadenas de distribución de EEUU y Europa han manifestado su intención de no venderlo por ahora, aunque esos comercios estén llenos de productos modificados durante años por el hombre.
