En Concepción, ya aprendieron cómo complicarle la existencia al Modelo Franco en San Martín. Chacarita se lo mostró y en la categoría ya le agarraron la mano: mucha marca, mucho orden, pocos espacios. San Martín apuesta todo al ataque y eso es más que saludable pero con sumar demasiados delanteros, la profundidad no está garantizada ni mucho menos. Esa es la gran lección después de la inmerecida derrota ante un Atlético Tucumán que hizo lo que pudo, que mantuvo su orden defensivo siempre y que terminó llevándose un premio exagerado. San Martín pagó caro su apuesta audaz y no porque lo hicieron perder la línea. Apostó a lo que siente pero ahora necesita una variante para resolver el cerrado y mezquino planteo con el que se le paran en el Pueblo Viejo. Esa es la materia pendiente que deberá trabajar en este momento de la temporada.
1 MARCA REGISTRADA
Si algo no se le puede reprochar a este San Martín es su identificación para sostener una filosofía de juego que respeta la pelota, que piensa en el arco contrario en todos sus movimientos y que se ofrece para el espectáculo. Una marca registrada que invita a esperar verticalidad, mucha precisión y una permanente vocación ofensiva que a veces sale mejor o peor. San Martín fue eso a lo largo de todo el partido que terminó en derrota. A lo mejor, le costó encontrar más profundidad en piezas clave como Scatolaro que ha perdido rendimiento con todo lo que eso implica para el funcionamiento verdinegro. Maxi Barreiro es otra ausencia que sintió por la profundidad que genera en sus movimientos, pero en líneas generales este San Martín juega siempre a lo mismo y eso, en el fútbol se llama identidad.
2 PLAN B
Achicarle espacios parece ser el antídoto para complicarlo a San Martín. A eso jugó Atlético. Metiendo mucha gente en terreno propio, corriendo para atrás y replegándose contra un arquero inspirado y obligando al equipo sanjuanino a ir por dónde no debía, abusando del pelotazo en la última jugada y facilitándole las cosas a su arquero. San Martín probó con una descomunal propuesta ofensiva terminando con 5 delanteros en cancha. Los cambios no tuvieron el efecto que se esperaba y por ahí, con el resultado puesto y lo condicionante que es eso, hubiera sido otro el camino, ubicando otro jugador con más manejo como para que le controle los tiempos y busque la mejor opción en vez de tanta voracidad ofensiva que muchas veces se estrelló contra el cerco defensivo del rival. Ese Plan B no dio resultados. Puede que respetando la misma filosofía, San Martín le encuentre otra receta al muy buen menú que ofrece partido tras partido.
