Los violentos saqueos a supermercados, estaciones de servicio o simples comercios, en los últimos días, parecen indicar una realidad que debe replantearse: al finalizar el año la Argentina vive una crisis más política que económica.
Desde el 10 de diciembre de 1983, todas las crisis políticas tuvieron un fuerte matiz económico, como las que afectaron la continuidad de los gobiernos radicales de Raúl Alfonsín y Fernando De la Rúa, las que llevaron a la renuncia del presidente interino Adolfo Rodríguez Saá y acortaron del mandato de Eduardo Duhalde. En todos los casos los disturbios en las calles fueron un detonante de la crisis.
En varias ocasiones, la CGT, la CTA, los piquetes, los reclamos gremiales, liderados por los camioneros, inducen subjetivamente a actuar con violencia para afirmar sus reclamos, violando el derecho de terceros. Las necesidades de los que sufren y viven por debajo de la línea de pobreza no justifican los desmanes o saqueos ocurridos. Hay una notable diferencia entre un país con alta inflación anual con la economía creciendo al 8%, como sucedió en 2011, y otra es la misma inflación con una economía creciendo al 1%. Los sectores de menores ingresos, y los que están bajo el nivel de pobreza, son quienes más sufren la inflación, pero requieren soluciones de fondo como un trabajo digno, educación y servicios públicos imprescindibles.
Además, la mitad de quienes trabajan lo hacen informalmente y ellos padecen mucho más el freno de la economía que los trabajadores formales. El desempleo ha comenzado a crecer al igual que el trabajo informal, como lo reconoce en ambos casos incluso el mismo INDEC. Desde el Poder Ejecutivo se ha dicho que la motivación política de los saqueos es conmemorar el onceavo aniversario de los disturbios que en 2001 precipitaron la renuncia de De la Rúa. Puede ser que esto haya incidido en algún grupo, pero no es explicación ni motivación única. Sin embargo la movilización a la Plaza de Mayo el 19 de diciembre estuvo teñida de elementos extraños que superaron las banderas sindicales.
Hace once años atrás, la economía caía al 8% anual y el desempleo llegaba al 20%; hoy la economía está mucho mejor en crecimiento y empleo, aunque peor en inflación, pero sin duda mejor que entonces. También es cierto que en estos saqueos, además de una situación económica más dura que el año pasado incidieron grupos radicalizados, bandas delictivas y articulaciones espontáneas, ante una inseguridad creciente.
