No hay en la rosaleda de octubre,
una rosa más nívea y pura,
semejante a la que vive y reina
en el jardín de mis días.
"Son mis manos"
que con amor y ahínco
cada día la cultivan.
A menudo me adormezco,
entre sus pétalos de ensueño.
"Ante ella me inclino y la
bendigo,
Es mi madre la rosa…..
que con devoción cultivo".
