Pasa el vehículo que primero encara o el que intimida por su tamaño. Lo que prima es la ley de la selva y no hay reglas de tránsito que valgan. En horas pico es usual escuchar alguna frenada y hasta insultos por parte de los conductores porque el tránsito colapsa. Esto es lo que se vive en la rotonda que está en avenida Libertador y Rastreador Calívar, en Rivadavia, desde que la Libertador fue clausurada, en febrero pasado, porque se rompió un caño por cuarta vez en menos de un año, mientras estaban llevando a cabo la obra de ensanche de esa calzada.
Esta zona es un caos desde que el tránsito fue desviado desde Libertador hacia las calles internas del barrio Gendarmería. Además, la calzada de la rotonda quedó angosta porque los obreros están trabajando justo en la esquina para terminar el ensanche de la Avenida Libertador. Y como si fuera poco, allí confluyen casi todas las líneas de colectivos porque hacia el norte está el Hospital Marcial Quiroga. La mayoría de los ómnibus tiene que entrar a la rotonda para seguir su recorrido. Son los menos los que van por Rastreador Calívar y se desvían por las calles internas del barrio Camus, antes de llegar a la rotonda. Esto es lo que más complica la circulación ya que cuando estaba abierta la Libertador, los vehículos tenían más alternativas para circular.
Como no hay semáforos ni efectivos policiales que organicen el tránsito, es usual que haya choques en algún momento del día. Desde la Seccional 13ra de la Policía, que está a pocos metros de la rotonda, dijeron que circular por allí en horas pico es una tarea tan estresante como peligrosa, porque además, no se respeta el sentido de circulación de la rotonda. Es usual ver a los colectiveros avanzando por Rastreador Calívar y girando hacia el Oeste de la Libertador, a toda velocidad. La cantidad de motos que transitan por esa zona también complica la situación, según dijeron desde la Seccional 13ra.
Este es uno de los sectores de Rivadavia que tiene más afluencia de gente. Además de estar el Marcial Quiroga, justo en la esquina está el edificio municipal y enfrente está el predio de una empresa de colectivos. Así, desde las 7:30 a las 8 y desde las 13 a las 13:30, intentar atravesar la rotonda puede ser una misión complicada.
"Puedo estar varios minutos esperando que alguien ceda el paso. Esto es la ley de la selva y pasa primero el más rápido o el más audaz", dijo Antonio Vergara, un vecino de Rivadavia que vive en el barrio Camus. Mientras que Oscar Ramírez, que trabaja en un negocio de la zona, contó que hay al menos un choque por semana en el sector aledaño a la rotonda. "Ahora ya está todo cerrado y hay motos que atraviesan la Libertador, aún cuando el paso todavía no está habilitado", contó el hombre.
La de febrero no fue la primera interrupción del tránsito que se hizo a esta altura de la Libertador, por la rotura de un caño. Aunque parece una película repetida, la escena se vivió en tres oportunidades anteriores, en el lapso de 9 meses. Desde entonces, para los vecinos de la zona, ver líquidos cloacales inundando la calzada, máquinas levantando el pavimento y obreros tratando de determinar dónde se rompieron los caños es una escena corriente.
