Con un piso diferente a todos los del estadio Aldo Cantoni, con cerámicos relucientes y no de cemento. Con las paredes recientemente pintadas de colores pasteles y tonos amarillos claros que relajan. Con baños cuyos elementos todavía tienen las etiquetas brillantes de sus marcas. Con ventanales que parecen no poseer vidrios por su gran transparencia y de tres metros de alto. Con cocina privada, termotanque, aire acondicionado y calefacción. Con todo esto se presenta el sector VIP para jugadores y artistas del Aldo Cantoni. Antes estaba lleno de muebles rajados por los años, polvorientos y en desuso. El piso tenía desniveles donde quedaba el agua cuando lo limpiaban y la tierra teñía los dedos. Letrinas era lo que había en los baños y ni soñar con agua caliente. Y la grasa en algunas mesadas y a veces los roedores conformaban las postales de lo que hace 20 años era el comedor para jugadores del estadio, comentan los empleados.

Al entrar al sector que está en el primer piso, la sensación es que no está dentro del estadio. Se aproxima más a un departamento hermético y tranquilo. Sólo las columnas inclinadas en uno de los costados dan cuenta de que las tribunas están sobre el lugar.

El sitio tiene espacio para 150 personas y es utilizado por delegaciones de deportistas para comer o reunirse, o por artistas que expongan sus shows en el lugar. Le pertenece al Gobierno y no es de uso comercial. Lo estrenó Marcelo Tinelli, comentan en el estadio. Fue para las jornadas de la Liga Mundial de Vóley que se llevaron adelante en San Juan en julio pasado.

Una parte del salón fue dividida con una pared para lograr un palco también VIP con baño privado. Desde allí se tiene una vista de toda la cancha y de casi todo el estadio. Los partidos o los espectáculos se aprecian a través de un vidrio de 2,5 metros de alto. Antes del cristal hay una baranda horizontal para afirmarse y si se quiere privacidad, se cierra las cortinas.

Antes de la reconstrucción del salón, pasaba por parte del techo un pasillo desde el que la gente veía todo el lugar porque sólo lo separaba una baranda. Desde allí se tiraba basura o se gritaba a los que estaban en la sala. Hoy no se ve ese antiguo pasillo porque lo separaron totalmente con paredes.

Además, la puerta que conecta a la escalera que lleva al salón no existía. "Antes no dejábamos ni las cortinas porque al no haber puerta cualquiera podía entrar", comentó Ignacio Tornello, jefe de mantenimiento.