Con la edad pudo entender partes de su vida que estaban dispersas en su memoria, como aquel recuerdo difuso de las manos de una niña desprendiéndose de las suyas con dolor. Las fue hilando, tratando de formar algo que le permitiera entenderlas. Pero fue recién a los 39 años que pudo encajar las últimas piezas de su rompecabezas buscando saber quién es. La protagonista de una dolorosa historia de novela se llama Alicia Gabriela Quiroga, quien nació en San Juan, se la llevaron a Córdoba a los 4 años y desde entonces vivió en una nebulosa de identidad. Creyó que había sido objeto del mercado de trata de personas, hasta que volvió a la provincia para conocer a toda su familia biológica, en Caucete, y enterarse de que no fue robada, sino que la había entregado su madre.
Alicia vive en Córdoba, está casada y tiene 6 hijos. Y con el reencuentro de los suyos, reconstruyó su historia. Ella nació en Pie de Palo y fue la segunda de tres hijos de Haydeé, una mujer a la que describen con cierto retraso mental. Por razones que Alicia quizá nunca conozca, Haydeé entregó a ella y a Mimí, su hermana mayor, a dos familias distintas. La más grande fue rescatada por un tío rápidamente, pero Alicia fue llevada a Villa Dolores, Córdoba. Tenía cuatro años y aquellas manos, lo supo después, eran de Mimí, que no la quería dejar ir.
"Mi infancia fue muy linda y mis padres eran Noé y Estela Quiroga. Pero a mis 13 años, mi madre me trajo a Caucete, diciéndome que para trabajar en la cosecha, pero en realidad me llevó al Registro Civil. Y fue ahí que una persona me preguntó si quería conocer a mis padres. Yo no entendí nada, mi madre me sacó rápidamente y volvimos a Córdoba. Pero esas manos estaban en mi mente y me quedó la duda", recordó Alicia.
Hacía muy poco tiempo que había muerto Noé y Alicia fue un soporte para Estela, que ya tenía cinco hijos biológicos. Cuando Alicia cumplió 18 años, la alegría de esperar un hijo se chocó con la muerte de Estela. Y empezaron sus problemas. Sus hermanastros le contaron sin preámbulos que era adoptada, la maltrataron y le dijeron que "era una desconocida que había llegado a esa casa", contó. Desesperada y sola, Alicia huyó al campo, hasta que la encontró su novio, hoy esposo y padre de sus hijos, y la llevó a su casa.
Sin nadie a quién preguntarle por su identidad, Alicia siguió viviendo sin respuestas y con la certeza de no saber quién era. Sin embargo, varios años después, un llamado telefónico le dio un giro a su vida. Era Cacho Díaz, hermano de Haydeé, quien nunca había dejado de buscarla. Ahí le contó que su familia de sangre era sanjuanina, que tenía hermanos y que vivían en Caucete. "Me temblaban las manos y no paraba de llorar. Por entonces pasábamos un mal momento económico y no tenía para viajar. Cacho me mandó plata en una cajita de zapatos", rememoró.
Alicia armó el bolso y viajó a San Juan, a buscar su identidad. Llegó a Caucete y conoció a su tío y a Mimí. Ahí se enteró de que además tenía un hermano menor, César, y por parte de padre, tres hermanos más, Chela, Mirta y Rolando. Estas personas recibieron a Alicia como si siempre hubiese estado junto a ellos, tanto que los niños la trataron de tía, algo tan simple pero que le apretó el alma.
"Y esa es tu mamá", le dijeron señalando a una mujer en la cabecera. "No sentí nada cuando la vi. Lo único que le pregunté fue qué pasó, pero hasta ahora sólo repite no, no, y cambia de tema", contó Alicia, recordando el estado mental de esa mujer que hoy vive en un rancho y se hace llamar María.
Alicia volvió hace unos días a San Juan, por tercera vez. Y lo hizo para buscar unos papeles que le permitan ser parte de la herencia de sus padres adoptivos y también para sacarse esa duda que la seguía angustiando: si sus padres adoptivos se la habían llevado a escondidas o si su verdadera madre la había entregado.
Y ahí, en la puerta de la delegación Caucete del Registro Civil, pudo saber quién es Alicia Gabriela Quiroga. Esos papeles le dijeron que fue adoptada a los 13 años, por lo que durante nueve años vivió en una zona gris sobre su identidad y por eso intuye que aquella primera visita posiblemente fue para poner en regla su situación. Que sus padres adoptivos fueron Noé y Estela Quiroga. Y que no la habían robado. Quien la entregó en adopción, según los registros, fue su verdadera madre. "Siento que cerré un capítulo, pero también que perdí muchos años de vivir en familia, mi verdadera familia. Creo que nunca voy a saber por qué Haydeé me entregó y menos por qué ella adoptó después una niña de nueve años. A partir de ahora no se qué va a pasar. Pero tengo en claro dos cosas: voy a seguir peleando por mis hijos y espero que no pasen tantos años sin volver a San Juan para encontrarme con mi gente, la que me hace sentir como parte suya y donde simplemente soy la tía Alicia", cerró.
