"Amar la vida”…No es una frase poética ni un consejo sublime, salió de boca de una psicóloga mediática para hablar de las adicciones. La frase no tiene una base científica. Si, sentimental, educativa y moral. Nos remite al pensamiento de André Malraux "tu eres para mi necesaria”.
El amor, la pasión, la perseverancia que se ponga a las cosas y la necesidad de la aprobación individual y social, corren paralelas. La problemática de las adicciones por extensa, profunda y compleja excede a la simple capacidad de un comunicador. Pero el periodismo, la prensa seria no debe ocultar tal flagelo que azota a niños, jóvenes y adultos de todos los niveles sociales. El tabaco, el alcohol, la droga y hasta la comida chatarra y los dulces, van dibujando un mapa que nos hace meditar acerca de la necesidad de marcar límites, de prevenir efectos nocivos para la salud física y mental.
La sociedad adicta no se forma de un día para el otro. Cada uno de sus miembros debe compartir por igual culpas, errores y remedios. Bebe de la fuente del consumismo desmedido y las ansias de representación. Y eso hay que tenerlo en cuenta. No discriminar sino aceptar el problema haciéndose cargo de cada territorio para que no se nos escape de las manos el núcleo básico de las acciones, la disciplina interior y un espacio de afecto para los que las sufren, orientándolos, no con el grito despiadado sino con la ayuda médica, la mano solidaria, la palabra oportuna y los mejores proyectos.
Este plan concebido a grandes trazos parece simple pero significa una gran inversión de tiempo, dinero, voluntad y un enfrentamiento cotidiano con las propias falencias, las debilidades humanas, los malos hábitos, el cambio de mentalidad persuasivo que nunca es rápido sino profundo y doloroso. Detrás de la sociedad adicta existen muchos factores desencadenantes: la propia formación, la templanza ante la adversidad, la visión conciliadora de la existencia que no la tienen muchos sino que necesitan estar siempre en lucha entre lo que desean y lo que realmente consiguen. Adherirse a elementos y sustancias perjudiciales es una manera para algunos desorientados de encontrar una brújula que no tiene Norte y a veces no tiene fin.
El hombre es un ser careciente por naturaleza y si aprende a ser fuerte y superar los conflictos sin caer en peligrosas tentaciones, se habrá vencido a si mismo y habrá aprendido la esencia de los humano: Ser feliz.
