Todos. Absolutamente, todos. Era cita de honor y por Arbol Verde, ninguno quiso faltar. Desde Julio César Esquibel, hijo de uno de los fundadores del club Arbolino, pasando por los Torres (Pucho), los Funes, los Castro, los Arroyo, los Costa, los Galván. Todos quisieron estar presentes en el regreso de Arbol Verde al círculo privilegiado de la Liga Sanjuanina. Mezclados, felices, el antes y el hoy del club del Cabot se mezclaron para vivir una tarde que esperaron por dos años.
Varias generaciones juntas sufrieron, gozaron y hasta terminaron llorando con la coronación Verdolaga. Lito Castro, con sus hijos Gabriel y Jorge y sus nietos vivieron un sábado intenso, que empezó con la ansiedad de estar de regreso a la A y terminó con abrazos y lágrimas por la concreción de ese sueño. Los Galván no se quedaron atrás. Roberto -el técnico de Atenas- y su tío, el papá de Adrián, también lo vivieron a su manera. Fue la tarde en la que nadie se quiso perder la resurrección del club del barrio, ese que tocó fondo y que volvió de sus propias cenizas. Párrafo aparte para la nueva dirigencia que está personificada en chicos como Leo Fernández que hasta hace muy poco jugó y ahora laburó todo para que a los jugadores no les faltara nada. Todos, absolutamente todos, estuvieron presentes.
