La inteligencia emocional es la habilidad para percibir, valorar y expresar las emociones con exactitud. Para comprender las emociones y usarlas de modo que faciliten el pensamiento y también para regular las emociones de forma que contribuyan al desarrollo personal y de las relaciones con los demás. Así lo explica la doctora en Pedagogía, María Lilián Mujica. La profesional comenta que usar la inteligencia emocional es importante para reconocer, comprender, valorar, regular y expresar las emociones. Y todo ello con el fin de poder desarrollar al máximo el propio potencial personal y la capacidad de relacionarse con los demás y de amar.
Desde el año 2007 que la profesional sanjuanina investigó en la Universidad Nacional de San Juan sobre la prevención de la violencia escolar. Primero en un proyecto centrado en el análisis del Programa Nacional de Mediación Escolar y en la actualidad, en relación con la formación docente para la prevención de la violencia escolar mediante el desarrollo de las habilidades de la Inteligencia Emocional. Además es profesora de la Tecnicatura en Orientación Familiar de la Universidad Austral en Cuyo. Con todo un bagaje de experiencias acumuladas, la doctora Mujica habla sobre los interrogantes más comunes sobre el tema en exclusiva para Revista ¡OH!.
– Yo no podría hablar estrictamente de "diagnóstico’ de la educación y de los jóvenes "en general’ porque eso requiere una investigación que aún no se ha hecho. Lo que sí sabemos, en función de lo que se está investigando, es que hay una urgente necesidad de educar la inteligencia emocional de las nuevas generaciones, pero también de las generaciones
La educación hasta hoy, aunque ha afirmado que quería ser "integral’, en los hechos sólo se ha centrado en la formación intelectual y en algunos casos también en la formación laboral. Así por ejemplo, la formación docente no incluye ningún espacio curricular que específicamente se ocupe de la educación emocional, y en consecuencia no los prepara a los docentes para manejar el desgaste emocional propio de esa profesión, ni los prepara para brindar educación emocional a alumnos que, cada vez, con mayor frecuencia, tampoco la reciben en la casa. Como resultado, encontramos numerosos docentes que ya no saben qué hacer para motivar a sus alumnos o para que no recurran a la violencia cuando hay conflictos o para poner límites en el curso o en el recreo.
Por otra parte, cada vez encontramos más padres que no saben cómo poner límites a sus hijos, y que ante la impotencia recurren a los gritos y la violencia, o bien a dejan que sus hijos hagan lo que quieran con tal de no tener una discusión más.
Entre los beneficios del desarrollo de la Inteligencia Emocional se encuentran la posibilidad de tener mejores resultados en el estudio, de prepararse mejor para formar equipos de trabajo, para ser mejores amigos, novios, esposas o esposos, madres o padres y para ser capaces de defender sus derechos y de comprometerse con la defensa de los derechos de los demás, al mismo tiempo de que sean personas más responsables y capaces de asumir compromisos a largo plazo.
– En este momento se están diseñando varios programas de educación emocional en países como Estados Unidos, España, Inglaterra y varios países latinoamericanos.
En general los investigadores están de acuerdo en que lo primero es formar a los docentes, no sólo para que sepan cómo educar emocionalmente a los alumnos, sino también para que no sufran tanto el Síndrome del Profesional Quemado que los afecta en gran número, y es un motivo importante del alto ausentismo y de la sensación de agotamiento emocional que se suele dar en esta profesión.
Pero no basta con ello. Es necesario que todo el personal de las instituciones educativas sea formado en estas competencias para que puedan crear un clima institucional favorable para la educación emocional. Yo confío en que en un futuro nuestras escuelas tendrán la educación emocional como un área imprescindible.
– Se puede decir que ya desde la antigüedad se vió la relación entre la inteligencia y las emociones, aunque muchos pensaron que las emociones debían dejarse a un lado porque interferían en el pensamiento. Sin embargo el estudio sistemático de esta relación bajo el concepto de Inteligencia Emocional, y particularmente vinculado a la educación, data de la década de 1990. Pero en lo que va del siglo XXI están creciendo mucho las investigaciones y las aplicaciones a la educación, haciendo aportes interesantísimos.
En la actualidad, en la Argentina, se están haciendo escasos y aislados intentos de incluir algunos contenidos vinculados a la educación emocional. En el año 2004 el Programa Nacional de Mediación Escolar, promovido por el Ministerio de Educación de la Nación, incluyó algunas estrategias para el desarrollo de lo que en la década de 1990 se llamaban las "Habilidades para la Vida’, promocionadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En este organismo se dieron cuenta de que quienes las poseían, cuidaban mejor su salud, asumían más fácilmente hábitos saludables, e incluso estaban mejor preparados para enfrentar situaciones de catástrofe o enfermedades irreversibles.
Creo absolutamente imprescindible incluir la educación emocional en la formación docente y en todos los niveles del sistema educativo. Sin ella, la educación intelectual no logra desarrollar el máximo potencial de los alumnos; además la educación moral, que es educación de la libertad, no es posible cuando los alumnos son "dominados’ por sus emociones; y la formación ciudadana no cuaja en frutos de compromiso y justicia, pues la falta de empatía e indiferencia, o bien el miedo paralizan al ciudadano.
– ¿Qué tipo de investigaciones se hacen sobre el tema?
–
Las aplicaciones que se están haciendo en las escuelas son, en general, programas de prevención de la violencia que buscan desarrollar las habilidades de comunicación y de resolución de conflictos. Se está trabajando en varios lugares del mundo por introducir en la currícula escolar estos contenidos. También se han hecho experiencias en escuelas para la prevención de adicciones y del embarazo en las adolescentes.
