La visita de Benedicto XVI a Cuba, pretendió ser una continuidad de lo que dejó el viaje apostólico de Juan Pablo II a la isla caribeña en 1998. En estos días, su sucesor, ha querido conmemorar los 400 años del culto a la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona de ese país. Aprovechando esta ocasión, hizo un llamamiento a los isleños para que "con las armas de la paz, el perdón y la comprensión, luchen por construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor y más digna del hombre”.
En alusión al ateísmo militante que durante años defendió el castrismo, ha señalado que "cuando Dios es arrojado fuera, el mundo se convierte en un lugar inhóspito para el hombre”, y buscando hacer una defensa de los derechos humanos y las libertades, afirmó que "resulta conmovedor ver cómo Dios no sólo respeta la libertad humana, sino que parece necesitarla”. Recordemos que Juan Pablo II le pidió a Fidel Castro que "abriera Cuba al mundo”, cuando el líder cubano visitó oficialmente el Vaticano en noviembre de 1996. Y Fidel Castro respondió que no podía hacerlo "porque tenía un revólver en la sien”, alegando la hostilidad irreconciliable con Estados Unidos. Su Santidad le respondió: "Ábrete al mundo que yo te quito el revólver”.
Esta oferta pública no llegó a hacerse realidad. El líder comunista limitó su movimiento de apertura a levantar el veto que padeció la Iglesia durante tres décadas atrás y a concertar una visita oficial del pontífice en enero de 1998. El 13 de diciembre de 1997, durante su discurso de clausura de la sesión ordinaria del parlamento cubano, informó a sus compatriotas que el Papa Juan Pablo II visitaría la isla. Además, anunció que para complacer la petición del Papa se restablecía la celebración de la Navidad, que el régimen castrista había prohibido en 1969.
El país cubano que ha visitado Benedicto XVI está acometiendo una demolición controlada del sistema socioeconómico y político que rigió en la isla durante casi medio siglo. El proceso de apertura que está ocurriendo en Cuba es social, pero no político ni partidista. Tal vez, las palabras que quedarán grabadas en el pueblo y los dirigentes cubanos son que, "las dificultades económicas que viven muchas partes del mundo son fruto de una profunda crisis moral y espiritual que ha dejado al hombre vacío de valores y desprotegido frente a la ambición y el egoísmo de ciertos poderes”, entre los que, sin mencionarlo, se encuentra el régimen castrista.
