El terremoto de Chile destruyó en febrero 125 millones de litros de vino chileno, y con eso, un pequeño trozo del corazón del país, ya que la bebida sirve de timón a las aspiraciones patrias. Pese a estar en el tope en Latinoamérica, el estándar de vida chileno no es europeo y los mejores vinos locales no alcanzan el prestigio de un Barolo o Bordeaux. Pero son metas a las que la nación aspira. “El vino es el producto embajador de Chile. Es el único producto del que todo el mundo sabe”, dijo René Merino, presidente del grupo industrial Vinos de Chile. “Cuando la gente se compra un vehículo, ellos no saben que una buena parte de los cables de cobre en su interior vienen de Chile y tampoco les interesa. El producto que se relaciona con el país es el vino”, explicó. Las pérdidas a la industria están estimadas en unos 300 millones de dólares por destrucción de vinos y daños en las maquinarias. Esa cantidad representa un 1% de los 30.000 millones de dólares del golpe total que dejó la catástrofe a la economía chilena. Si Chile logra un buen crédito para endeudarse en los mercados externos o si gasta gran parte de sus cerca de 12.000 millones de dólares de ahorros soberanos -gracias al cobre-, fortalecerá el valor del peso, lo que recortaría ganancias de los viñateros.
