A esa solución recurrió Lucía Sosa, en la puerta y la ventana del templo evangélico pentecostés apostado en su casa en Mendoza 1060 Norte, Chimbas, después del último ataque, en el que los delincuentes robaron un televisor y un centro musical del templo y dos bicicletas de una de las dos hijas que viven con ella. Antes había sufrido otros ataques porque su casa colinda con el club Benavides, donde también se meten a robar. "Hay mucha maldad, mucha desunión, mucho materialismo. Le agradezco a Dios que mis hijas y mis nietos están bien, lo que se llevaron no importa", dijo la mujer.
