Con lágrimas y aplausos, cientos de fieles se congregaron ayer por la tarde en la Plaza San Pedro, en el Vaticano, para despedir al papa Benedicto XVI en su partida a Castel Gandolfo, conscientes de ser protagonistas de un momento histórico.
A través de cuatro pantallas montadas en lugares estratégicos de la plaza, peregrinos llegados de distintas partes del mundo siguieron las alternativas de la partida del papa, a bordo de un helicóptero, desde el palacio apostólico del Vaticano hacia la residencia de verano de Castel Gandolfo. Durante los 15 minutos que tardó el vuelo en recorrer los 30 kilómetros que separan ambas ciudades, las campanas de más de 300 iglesias romanas no pararon de repicar, dándole un marco imponente a las últimas horas del pontificado de Joseph Ratzinger.
Con momentos de respetuoso silencio y emoción contenida, que alternaban con súbitos aplausos cerrados y lágrimas en los ojos, los fieles fijaron la mirada en el helicóptero blanco que sobrevoló la plaza primero, y luego en las imágenes que devolvían las pantallas del recorrido hacia Castel Gandolfo y sus últimas palabras desde el balcón de la residencia.
El recogimiento de la gente se entremezclaba con el frenesí de cientos de periodistas, camarógrafos y técnicos que buscaban testimonios en vivo y en directo desde la plaza y sus alrededores.
‘Hoy (por ayer) se palpa la presencia de Dios en la Iglesia. Esto es un paso más que damos como iglesia y que demuestra la presencia fiel de Dios en cada uno de nosotros‘, dijo el diácono Víctor Velasco, para quien ‘sólo el Espíritu Santo sabe el perfil‘ que debe tener el próximo papa para enfrentar los desafíos que se presentan en el momento actual.
También había otros, no tan religiosos, como el matrimonio argentino conformado por Susana y Norberto, que vive en Suecia y llegó a Roma para festejar sus 25 años de casados, que celebraban ayer. ‘No sentimos nada especial desde lo religioso, aunque lo vivimos con mucho respeto y sabiendo que es un acontecimiento grandísimo e inédito para la iglesia‘, le dijo la mujer.
Más impactada, María Cecilia -oriunda de Rosario, pero que está viviendo junto a su esposo hace un año en Roma- expresó: ‘Esto es increíble, un momento histórico y sólo pido que el próximo papa tenga la fuerza que es necesaria para unir a la Iglesia y que su mensaje llegue a los más jóvenes‘.
O como los italianos Egidio y su mujer, que corrieron a Roma especialmente para estar presentes ayer. ‘Siento mucha conmoción. Y hay que reconocer a este gran hombre que ha tenido la Iglesia‘.
Testimonios y sensaciones diversas, pero todas aunadas por saber que fueron parte de una jornada trascendente que quedará grabada en sus memorias.
