Esta noche, la Chica Material culmina su paso por Buenos Aires con un segundo recital en el Monumental, para seguir rumbo al estadio cordobés Mario Kempes, el próximo sábado 22. Dentro de la gira mundial MDNA, la primera posta argentina de Madonna fue el jueves pasado en River, donde su nuevo espectáculo conmovió a unos 50 mil espectadores que soportaron más de dos horas de tardanza (estaba previsto a las 21 y arrancó a las 23.20), todo sea por la estrella, que se excusó aduciendo un estado febril.

Después de su última visita con Sticky & Sweet tour en 2008, la cantante regresó con un concierto que tuvo como lema: "No somos tus p…, no descargues tu odio sobre nosotras". El tañido de las campanas ofició de preludio en esta suerte de viaje mítico y musical por las 3 décadas de carrera de esta rubia camaleónica que tuvo alusiones francas y directas a la violencia de género.

Girl gone wild, un tema dance de su álbum MDNA, abrió la noche. De ahí en adelante los sonidos y la escenografía comulgaron hasta transformar la velada en una performance festiva y oscura a la vez, junto a las acrobacias de sus 22 bailarines y el baile de su hijo Rocco, "el amor de mi vida" según palabras de la rubia que también recibió críticas por fallas de sonido y su poca entrega en algunas canciones.

Las imágenes violentas coparon el escenario, así como las escenas eróticas y la estética con impronta sadomasoquista. Así como se permitió viajar por los "80 con clásicos como Express Yourself y los aires románticos de Open your Heart, entre otros hits.

Don’t Cry for me Argentina, emblema del film Evita, dejó expuesta la vulnerabilidad de una actriz e intérprete que, además de exhibir un tatuaje con la palabra EVA, se arrodilló y reptó ante la multitud. "La dama está de regreso", aulló. A sus 54 años, la reina del pop sigue teniendo el mundo a sus pies. (Télam)