Un paraíso con agua, aromas, y colores. El sonido de los pájaros y de alguna que otra vaca que rondaba por el lugar sirvió para transportar a los visitantes a un paisaje único. Una caminata suave, de no más de 15 minutos para encontrarse de frente con cascadas de varios metros de altura. Esta atracción, una de las más buscadas para Semana Santa, apareció en febrero pasado, luego de las intensas lluvias. Así, Valle Fértil volvió a hacerle honor a su nombre. Los brazos de los ríos colmados de agua, los cerros verdes y los cactus florecidos hicieron estragos entre los turistas para esta Semana Santa. Todos los circuitos turísticos en los que se incluyó un guía fueron gratuitos y tuvieron salidas diarias desde la Oficina de Turismo. El departamento tuvo un 100% de ocupación.
Todos los circuitos tuvieron éxito, pero el de las cascadas fue uno de los más convocantes. Tan es así que por las mañanas los turistas se agolparon en la Oficina de Turismo para averiguar sobre las actividades y los vallistas orgullosos, esta vez pudieron ofrecer una propuesta muy variada. Desde avistaje de aves hasta recorridos por los pueblos. Pero la novedad fue un pequeño trekking hasta las cascadas que se formaron en febrero pasado. Al menos hubo dos sitios a los que se pudo acceder sin mayores dificultades. Las travesías iniciaron a partir de las 15, por lo que los turistas pudieron disfrutar de la siesta vallista realizando caminatas muy tranquilas para ver la flamante belleza natural que se formó entre los cerros.
La caravana de autos partió desde la plaza para salir a la ruta de ingreso al departamento. Sólo bastó andar 200 metros para encontrarse una huella al costado del camino. Fue allí donde comenzó la aventura. Las cascadas se encuentran en propiedad privada, por lo que la gente tuvo que atravesar una tranquera. Previo a esto, el municipio coordinó con los encargados del campo para que los visitantes pudieran ingresar sin problema.
Hubo que circular algunos metros en vehículo por una huella con restos de cuarzo, y dejar los autos estacionados para luego empezar la caminata. Fue una travesía que, a medida que se avanzaba, iba colmándose de belleza. Los enormes arbustos y las plantas de hierbas medicinales eran tan frondosas que formaron un túnel por el que circularon los turistas. A medida que avanzaron, el terreno comenzó a tornarse más húmedo y el aroma a pasto mojado se hizo cada vez más intenso. Al poco andar hubo que sortear varios brazos de vertientes tratando de apoyar los pies en las piedras que estaban sobre el agua para no mojarse, una estrategia que fue enseñando el guía que encabezó la travesía. Flores de todos los colores y tamaños llamaron la atención de las mujeres, mientras que los niños se sintieron atraídos por los sonidos que emitían algunos animales. “Ahora con tanta agua hay muchas vacas pastando”; dijo Sebastián, el guía que no disimuló su alegría al contarle a la gente cuán importante había sido al lluvia en el departamento, tras más de 11 años de sequía y cómo este fenómeno climático, que en un principio causó problemas entre los habitantes, luego se tornó en una bendición porque el lugar volvió a reactivarse turísticamente.
Ver las cascadas de frente fue como ingresar al paraíso y faltaron minutos para registrar esa imagen. Las cámaras de fotos no tuvieron descanso y los niños disfrutaron del espejo de agua formado al pie del cerro.
