El Papa está profundamente preocupado por encontrar una solución efectiva al escándalo de los abusos sexuales sobre menores y por las campañas mediáticas que buscan involucrarlo, pero no por eso deja de sorprender con ciertas decisiones de último momento. En las próximas semanas se anunciará la creación de un nuevo dicasterio o "ministerio" en la Curia romana, dedicado a la evangelización de Occidente, que será presidido por el arzobispo Rino Fisichella. Se trata de una medida valiosa: la institución del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. Este organismo se dedicará a la misión evangelizadora en el primer y en el segundo mundo; es decir, en los países donde ya ha se ha anunciado el evangelio desde hace varios siglos, pero en los cuales hoy la Iglesia tiene escasísima incidencia. Europa, Estados Unidos y América del Sur serán las zonas de principal influencia de la nueva estructura. El ministerio representa hasta este momento la novedad más consistente del pontificado de Benedicto XVI, que según los pronósticos, tendría la ardua tarea de reformar la Curia romana, algo que realmente no ha podido llevar adelante debido a resistencias internas.
La expresión "nueva evangelización" la empleó Juan Pablo II por primera vez en junio de 1979 en Nowa Huta, el distrito en el que vivían los trabajadores polacos, modelo de una ciudad sin Dios, sin símbolos religiosos, y sin templos. Esas palabras se transformaron en una clave de lectura del pontificado itinerante de Karol Wojtyla. La idea de constituir un dicasterio "ad hoc" dedicado a esta tarea surgió de una propuesta que el sacerdote italiano Luigi Giussani, fundador del movimiento "Comunión y Liberación" le presentó a Juan Pablo II a inicios de los años ’80. Ahora, la iniciativa del nuevo organismo fue presentada hace más de un año por parte del cardenal patriarca de Venecia, Angelo Scola, muy sensibilizado con este tema. Benedicto XVI apreció la idea y la hizo propia, individualizando al teólogo Rino Fisichella, como la persona apta para guiar el nuevo Pontificio Consejo. Fisichella es actualmente rector de la Pontificia Universidad Lateranense, y está por dejar ese cargo, para el que fue nombrado por 5 años. Su sucesor sería el salesiano Enrico Dal Cavolo, estimado por el Papa, y al que el mismo pontífice llamó para que predicara a la Curia romana los ejercicios espirituales de Cuaresma. Rino Fisichella dejará también la presidencia de la Pontificia Academia para la Vida, dedicándose exclusivamente a su nueva función. La relación entre el Occidente descristianizado y la fe, ha estado de modo constante en el centro de la atención de Ratzinger. "La Iglesia evangeliza siempre y no ha interrumpido jamás el camino de la evangelización", afirmaba cuando era cardenal, en un Convenio sobre la catequesis en el 2000, "pero observamos un proceso de descristianización y de pérdida de los valores humanos esenciales, lo cual resulta preocupante". "Por eso buscamos -continuaba- más allá de la evangelización permanente, implementar una nueva evangelización que sea capaz de hacerse sentir en ese mundo que no encuentra acceso a la evangelización clásica". Al asumir el nuevo cargo, Fisichella, que seguirá siendo Capellán de la Cámara de Diputados italiana, permanecerá en la Curia y es un candidato a ser cardenal. Desde hace un tiempo se lo veía como sucesor del arzobispo de Turín, pero para ese cargo continúan en los primeros puestos el obispo de Alessandria, Giuseppe Versaldi, y el obispo de Vicenza, Cesare Nosiglia. Para la sucesión del cardenal de Milán, la diócesis más grande del mundo, crece a diario la candidatura del arzobispo Gianfranco Ravasi, "ministro" de la Cultura de la Iglesia.
Otra novedad que se conocerá en los próximos días es el nombramiento del nuevo Prefecto de la Congregación para los Obispos. Se trata del cardenal de Sidney, Australia, George Pell. Deberá asumir sus nuevas funciones en septiembre próximo. Es un cargo clave, ya que quien lo ocupa debe llevar adelante la selección de candidatos para ser obispos. De este modo, Benedicto XVI realiza una elección importante en su pontificado, ya que la revitalización de la Iglesia depende de a quienes se elijan para guiar las diócesis durante los próximos 20 años. Los nuncios y las autoridades romanas reciben a diarios quejas de sacerdotes y laicos respecto a obispos que viven una indiferencia grave, transformados en burócratas, y de graves deficiencias para relacionarse con la gente. Es cierto que Pell no es joven, ya que cumplirá 70 años en junio de 2011, pero tendrá al menos 7 años por delante, y por su escritorio pasarán los candidatos al episcopado antes de ser presentados para la aprobación del Papa. De este modo, Benedicto XVI elige para puestos vitales de gobierno a cardenales no italianos, y que no tienen experiencia en la Curia romana, algo que no ha ocurrido en los últimos 35 años en la Congregación para Obispos.
