Nadie duda que las recientes elecciones presidenciales en los Estados Unidos han sido históricas por las atípicas situaciones durante la campaña, como por el sorpresivo triunfo de un magnate sin antecedentes políticos. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha sido traumática para una mayoría que sigue manifestándose en las calles en las principales ciudades y que reclama cambios drásticos en el sistema electoral, al que consideran injusto y sin equidad dentro de la mayor democracia del mundo. 

Para ellos los hechos demuestran que la teoría política no se ajusta a la realidad -por lo menos en estos momentos- y ya se presentó en el Parlamento un proyecto de ley para enmendar la Constitución a fin de modificar su sistema electoral, para que el ganador del voto popular en comicios futuros sea quien asuma la Presidencia estadounidense. 

La propuesta es de la senadora demócrata Barbara Boxer y la fundamenta por la iniquidad de la elección indirecta mediante el Colegio Electoral, integrado por 538 representantes de los estados, conforme a su población, salvo Maine y Nebraska. Como consecuencia del mecanismo, tal lo ocurrido el martes 7, el republicano Donald Trump obtuvo 316 electores contra los 232 de Hillary Clinton a pesar de que la candidata demócrata aventajó a su rival en cerca de un millón de votos de la ciudadanía, aún con el recuento en marcha. 

Desde la lógica representativa, Boxer tiene razón al afirmar que el cargo presidencial es el único de EEUU en el que se puede sacar más votos y aún así perder. "El Colegio Electoral es un sistema que está desfasado y es antidemocrático porque no representa a nuestra moderna sociedad, y es necesario cambiarlo de inmediato", afirmó. Claro que eliminarlo e imponer el voto directo no parece un trámite viable teniendo en cuenta cómo se manejan las instituciones en esa nación y los factores de poder que las sustentan. 

En principio, promover una enmienda constitucional requiere el apoyo de dos tercios de las dos cámaras legislativas, ambas controladas por los republicanos, y del 75% de los estados también en su mayoría en manos conservadoras. En este contexto, es improbable que prospere la eliminación del Colegio Electoral, más si en 2000 los republicanos se beneficiaron con este método cuando el expresidente George W. Bush perdió el voto popular frente al demócrata Al Gore, pero la mayoría del Colegio Electoral lo llevó a la Casa Blanca. Una historia que se repite con Trump.