La pobreza y la falta de una educación de calidad van de la mano. Al postergar a los sectores humilde en el acceso a buenas escuelas se perpetúa la reproducción intergeneracional de la pobreza. Lo indica una de las conclusiones a la que llegaron especialistas del Instituto Di Tella, uno de los más prestigiosos del país en el asesoramiento y análisis de la realidad económica y de las ciencias sociales.
Existe el convencimiento de que si se le niega a los sectores más necesitados una enseñanza de calidad, se destruye la única posibilidad honesta para la movilidad social ascendente. Pero, promover esta oportunidad no implica de ninguna manera la flexibilización que las autoridades educativas nacionales pretenden implementar en el nivel secundario, avalada por el Consejo Federal de Educación.
No es con una forma más permisiva de atender las exigencias de los alumnos de la escuela media, cómo se logrará la enseñanza de calidad reclamada. Con la posibilidad de que haya más materias previas, más faltas y menos expulsiones, no se va a conseguir elevar el nivel educativo que se encuentra en uno de los puntos más bajos, según mediciones realizadas tanto en América latina, como a nivel mundial. La última prueba internacional de rendimiento PISA, arrojó que los alumnos argentinos están ubicados en el lugar 53, de los 56 países evaluados en matemática. Superaron únicamente a los que representaron a Azerbaiján, Qatar y Kirguizistán. Los resultados son peores que los obtenidos en la anterior prueba, en 2000.
Hay que tener en cuenta que en Argentina la alfabetización universal, garantizada por la ley de educación 1420, fue por mucho tiempo la principal diferencia con los demás países y no se basaba, precisamente, en el facilismo que se propicia ahora y que apunta solamente a evitar la deserción escolar.
Existe coincidencia entre los expertos que en educación hay que fijar metas mas ambiciosas y cumplirlas, lo que se contrapone a hacer todo más fácil.
Dentro de ese contexto habría que empezar con fijar la meta de alcanzar al menos 190 días de clases efectivas y hacer que los alumnos tengan una jornada escolar extendida, que garantice la incorporación de mayores y más firmes conocimientos. Es un requisito indispensable para el éxito aspirado por los jóvenes en las etapas de su formación.
