A pesar de que el horizonte en el noreste de Japón está más despejado, la herida que el tsunami dejó en las comunidades de desplazados es muy profunda y las mujeres se han convertido en uno de los motores de la recuperación psicológica. A unos quince minutos por carretera de la ciudad de Ishinomaki, uno de los municipios más afectados por el desastre, está el Tomorrow Business Town, una zona pensada para albergar tejido empresarial y donde ahora se levanta uno de los complejos de casas temporales para evacuados más grandes de la región nororiental de Tohoku. En este área, frente a un gigantesco solar con montañas de automóviles destrozados cubiertas por lonas opacas, se construyeron 7.300 pequeños barracones numerados que forman decenas de callejuelas repletas de ropa tendida y por las que los niños corretean para matar el tiempo. En el centro se yergue un edificio comunitario en el que algunas organizaciones, como Ishinomaki Revival Suport, llevan a cabo iniciativas para intentar recuperar anímicamente a los miles de desplazados. ‘En el complejo no existe la idea de comunidad. El principal problema es psicológico y, aunque han mejorado su situación, todo es muy duro‘, sobre todo para los hombres, destacó Keita Watanabe, secretario general de la ONG. Para reducir el estrés, la organización ha puesto en marcha actividades culturales, talleres y hasta un huerto para intentar dinamizar al segmento más aislado, los hombres. ‘Ellos son más difíciles, no socializan. Nosotras hablamos más, nos hemos hecho más fuertes, aunque pienso que lo que hacemos es tirar para adelante‘, señaló a Efe Reiko Chiba, una evacuada de 70 años. Chiba colabora en el proyecto de comercio justo nipón East Loop, en el que junto con otras evacuadas tejen artesanalmente broches que venden en tiendas de todo Japón. Hasta ahora, estas mujeres han vendido 12.000 broches que les han reportado más de 6,5 millones de yenes (unos 80.000 dólares)
