Las luces de la camioneta de colores estridentes pestañearon varias veces, mientras venía de frente. Al momento del cruce, su conductor mostró cuatro dedos de su mano. La interpretación de la seña fue inmediata e inequívoca: cuatro moles de metal avanzaban detrás y esa cantidad de camiones era la que integraba el convoy del que alertaba el hombre con los dedos. Ésta es una postal ya cotidiana en los caminos que llevan a las minas de Iglesia, Jáchal y Calingasta, que de un tiempo a esta parte pasaron a ser dominados por las espectaculares caravanas de camiones. Pero así como tienen su atractivo, es un riesgo potencial que obliga a una concentración extrema de los conductores particulares que los cruzan o alcanzan.
Sólo con Veladero y Lama, se movilizan 150 vehículos mineros por día, es decir, un promedio de 4.500 por mes (entre camiones, camionetas y buses), de acuerdo a informes de la empresa minera Barrick. Por eso, en parte de la ruta 40 y luego en la 436 y la 149, los conductores de vehículos particulares pueden llegar a encontrarse hasta seis convoyes en lo que dura un viaje de San Juan a Tudcum.
Las caravanas están precedidas por una camioneta guía (avanza 100 metros delante del primer camión) y puede darse que si el convoy tiene más de 6 unidades, también hay una de escolta. No existe un horario pico de tránsito, aunque en las primeras horas de la mañana y a última de la tarde es más fluido el desplazamiento, de acuerdo a los habitantes de Villa Iglesia y Las Flores, que conviven a diario con el tráfico minero.
Por su parte, en los últimos días las rutas estuvieron complicadas por la lluvia y una densa niebla en zonas altas, como Quebrada de la Burras y El Colorado. Por eso, encontrarse de frente con un convoy en sectores de curvas fue un desafío al temple de los conductores particulares, a la vez que hubo convoyes que pararon al costado de la ruta ante la presencia de la neblina.
El mayor tráfico de camiones se da de Albardón hasta el cruce de ruta 40 con la 436. Allí, unos vehículos siguen al Norte, a Gualcamayo y otros al Oeste.
En el derivador de Quebrada de las Burras se desvían a su vez los que se dirigen a Pachón, Calingasta, y los que van a Veladero y Lama, Iglesia. Pero son estas dos últimas las que mayor impacto generan en el tráfico y por eso Barrick hizo un estudio sobre cómo minimizarlo, que se plasmó en el llamado Plan de Tráfico. Entre los puntos más salientes está la creación de un área para controlar los vehículos mineros, un bypass en Villa Iglesia para no pasar por el pueblo o la habilitación de líneas de contacto para que la gente se queje por el tráfico.
‘Me costó pasar los camiones y recién ahí me quedé tranquilo, pero al rato mis hijos me pidieron parar para ir al baño, así que me pasaron ellos. Pensé que otra vez me iba a tener que armar de paciencia cuando los alcanzara, pero eso nunca pasó. Van rápido‘, contó Néstor Aballay, quien venía de Iglesia y había parado en un kiosco de Talacasto.
De acuerdo a los procedimientos mineros, las caravanas de vehículos con hasta 6 unidades deben contar con una camioneta guía, mientras que si son más transportes, además deben llevar un vehículo escolta. A su vez, la Ley Nacional de Tránsito establece que la distancia entre vehículos de un convoy con carga general es de 100 metros y de 200 si trasladan maquinaria, estructuras o cargas sobre ancho (que sobresalen del chasis).
‘La gente por ahí no toma conciencia de lo que es un convoy. Nosotros les hacemos señas de luces y les pedimos que bajen la velocidad, pero no siempre nos hacen caso. Creo que los sanjuaninos ya tendríamos que estar acostumbrados a lo que pasa en estas rutas mineras y bajar el pie del acelerador‘, apuntó el conductor de una camioneta guía, en una ronda de choferes que habían parado a estirar las piernas, cerca del derivador de Quebrada de las Burras y en plena madrugada.
