Argentina y Brasil tuvieron la primera reunión de negociaciones para sortear la conflictiva relación comercial, agravada hace 15 días, cuando el gobierno de Dilma Rousseff aplicó, sin aviso, licencias no automáticas al ingreso de productos argentinos.
Nuestra reacción se tradujo en una protesta formal contra la decisión inconsulta, junto con encendidas declaraciones políticas de uno y otro lado, de la que tomaron parte sectores empresarios que se sintieron perjudicados, como el automotriz. Precisamente las presiones por los vehículos y las autopartes demoradas en las aduanas, obligaron a sentarse a dialogar, sin condicionamientos, a los respectivos secretarios de Industria, Eduardo Bianchi y Alessandro Texeira, en busca de soluciones técnicas y volverán a hacerlo en los primeros días de junio para hacer frente a los "desequilibrios estructurales” y resolver casos puntuales. Por ejemplo, que Brasil levante las trabas al ingreso de vinos, aceite de oliva y otros productos argentinos por 7000 millones de dólares y que nuestro país no demore los permisos para importar productos brasileños por más de 60 días -otra maniobra de Guillermo Moreno-, el plazo máximo permitido por la Organización Mundial del Comercio.
Esta pelea comercial tiene causas comunes por necesidades de ambos países en conservar y aumentar las reservas, de allí que a la Argentina y Brasil les apremie exportar más y restringir las importaciones. Los déficit crecientes de las balanzas comerciales de los mayoritarios socios del Mercosur produjo el estallido aduanero y por ahora la recomposición de más política que técnica.
Como en Argentina, y a pesar de los altos precios de los commodities, las exportaciones brasileñas crecen a un ritmo menor al de las importaciones, precipitando el superávit comercial. El saldo de Brasil se redujo de los U$S 46.457 millones de 2006, a los U$S 20.221 millones el año pasado. El 25% de ese superávit casi U$S 6000 millones- Brasil lo obtuvo en el Mercosur, y de este monto, U$S 4000 millones fue con Argentina. Por su parte el problema argentino se relaciona con el sector autopartista por un déficit comercial de U$S 2667 millones en 2010. A esto se suma el problema cambiario de Brasil, que revalorizó el real de tal manera que no cede de los 1,60 por dólar, a pesar de los esfuerzos internos por subir la cotización.
