La iniciación en la tribu se realiza con un ritual con fogón incluido. Se pintan la cara, usan taparrabos y arman chozas. Sus jefes son caciques y hechiceras y entran al campo a caballo. Sin embargo, no usan arco y flecha, sino que luchan con pelotas y redes. Son los alumnos del Instituto Superior de Educación Física, quienes realizan toda la carrera divididos en la tribu Huaina y la Churo. Desde esos equipos practican lo que aprenden, siguiendo con una tradición que tiene más de 50 años.

Según contó Jorge Fantini, director del Instituto, la historia de las tribus comenzó en la década del ‘50. En ese momento, en Argentina sólo había un instituto, estaba en Buenos Aires. Chicos de todas las provincias iban a estudiar allí, donde permanecían internados. ‘Para lograr unión entre ellos e incentivarlos, nació la idea de formar las tribus‘, relató Fantini. Así, se armaron dos bandos: el Huaina, representado por el color rojo, y el Churo, cuyo color es el verde. Más adelante nació una tercera tribu, la Ona, que tiene el color blanco y pocos integrantes, ellos preparan las canchas.

En ese momento, las tribus eran el eje de todas las actividades, tanto prácticas como teóricas. De hecho, para cada bando había un cuadro de honor en el que se anotaba el puntaje de cada grupo. Todo servía para subir o bajar puntos. Si alguien salía desalineado, punto en contra para su tribu; si una habitación no estaba en orden, punto en contra. Mientras que, el gran desafío era el Intertribu, la competencia en la cual los bandos se enfrentan jugando diversos deportes.

Cuando los institutos se expandieron por el país, la tradición se trasladó a ellos. Aunque con el tiempo las tribus fueron perdiendo peso, la división se mantiene y el instituto de San Juan es uno de los pocos que realiza todos los años el campeonato.

Los meses septiembre y octubre son los más esperados por los alumnos. En ese momento se realiza la elección de los nuevos caciques y hechiceras y la iniciación de alumnos de Primer Año al mundo de las tribus. El primer acto es realizado por los alumnos de Cuarto Año. Ellos se reúnen y deciden qué alumnos de Tercero continuarán con el legado. El mejor alumno de cada grupo es el nuevo Cacique y la mejor alumna, la nueva Hechicera. Para el acto de designación, los chicos de Tercero se sientan con la cabeza hacia el suelo. Detrás de ellos pasan los caciques y dejan caer una bandera del color que corresponde sobre los elegidos.
La segunda ceremonia, la de iniciación, se realiza en el patio del instituto, por la noche, con la reunión de todos los alumnos. Los líderes de cada grupo se encargan de dividir a los novatos en bandos. Para eso, se hacen un fogón, los chicos se visten como aborígenes, arman dos chozas y empieza el espectáculo.

Un Dios vestido de blanco mira todo desde arriba. Mientras, un profesor habla de la creación del universo, del hombre y de su división en tribus. Así inicia la representación del enfrentamiento entre los caciques. Luego, el locutor dice que el enfrentamiento debe realizarse con competencias deportivas. Entonces, las chicas salen a bailar y anuncian el desarrollo del Intertribu.

El campeonato dura 2 semanas, en las que los grupos participan en distintos deportes que van desde partidos de fútbol y vóley hasta maratones.

Estas ceremonias se repiten año a año y los alumnos y autoridades hacen todo lo posible para mantener viva la tradición. Los profesores dicen que, a pesar de que la carrera sólo dura 4 años, el color y el nombre de la tribu queda marcado para siempre.