Se sabe que el general José de San Martín vino a San Juan y estuvo en el convento de Santo Domingo preparando la Gesta Libertadora de América en julio de 1815. Pero poco se conoce sobre sus otras visitas. En el marco del Bicentenario de su paso por esta ciudad, que se conmemorará dentro de 3 meses, el historiador Eduardo Carelli, destacó una arista novedosa. Resaltó que el prócer hizo, por distintos motivos, tres visitas, según datos que registraron algunos autores en libros de historia local, pero tuvieron poca trascendencia.
“Horacio Videla señala que San Martín pasó por San Juan en tres ocasiones; Héctor Arias y Carmen Peñaloza de Varese dicen que vino dos veces; en cambio César Guerrero sostiene que el General llegó a San Juan una vez. Los tres coinciden que José de San Martín pisó suelo sanjuanino el 9 de julio de 1815. Eso está registrado en el libro de gastos del Convento de Santo Domingo, donde permaneció hasta el 13 de julio de ese año”, indicó el profesor Carelli.
El historiador Horacio Videla da cuenta en su libro “Historia de San Juan, Tomo III”, que San Martín visitó San Juan tres veces. La Primera visita fue en apoyo a José Ignacio De la Roza. La segunda fue por razones militares, para armar el Ejército de Los Andes; y la tercera, solamente para el inicio de la obra del canal de Pocito.
En el libro de Videla se detalla que el gobernador intendente de Cuyo, visitó San Juan el 26 de mayo y el 9 de Julio de 1815. La primera visita fue a causa de las dificultades afrontadas por De la Roza en el orden local. La segunda se debió a motivos militares: el riesgo de una invasión por el lado de Chile. Y luego relata una tercera visita que tuvo lugar el 28 de septiembre de 1818, en ocasión de darse comienzo a las obras de apertura del canal de Pocito. Pero, en ese momento se desempeñaba Luzuriaga y no San Martín como gobernador intendente.
La primera
José Ignacio De la Roza no había cumplido un mes en el gobierno, cuando dirigió a San Martín dos comunicaciones, el 20 y 22 de mayo de 1815, con pedidos de auxilio, acusando al vecindario de persistir en los propósitos de separación de Mendoza, y previniéndole que obtenida la autonomía se instalaría “la anarquía”. De la Roza le reclamaba con urgencia un refuerzo de “al menos 50 hombres” para prevenir tumultos y mantener el orden. Por ese motivo salió para San Juan la noche del 24 de mayo, con la compañía primera del regimiento 8º de línea.
Se cree que San Martín llegó el 26 de mayo y permaneció en el convento de San Agustín (en lo que hoy es la cuadra de Entre Ríos y Sarmiento, entre avenida Ignacio De la Roza y Mitre). Hizo de este convento el cuartel principal de las tropas, cedido por su prior, fray Bonifacio Vera.
Por su lado, en la segunda vez que San Martín vino a San Juan, su llegada fue el 9 de julio de 1815. Arribó con 2 acompañantes, un ordenanza y tres sirvientes. Se alojó en el convento de Santo Domingo, donde se le adjudicó la habitación contigua a la sala capitular del claustro. De esto hay constancia en el diario de gastos que llevaban los predicadores.
A su vez, dan cuenta que comió pan, arroz con leche, papas, carne, tocino, cebolla, fideos, garbanzos, charqui de tomate, lechuga, rabanitos y zapallo. Y el mayor gasto de la visita fue, la leña “triplicada por las brasas de día y de noche, que se traían a la celda”.
La presencia del prócer fue muy provechosa. Mientras estuvo en la ciudad entró en contacto con sectores políticos, y también con sectores de la sociedad elite y populares. Videla recogió una versión de doña Loisa Aberastain, el profesor Ignacio Delgado y don Manuel Grande, que afirmó que una delegación de damas (reconocidas después como Patricias Sanjuaninas) tributó a San Martín. Se trata del primer homenaje de la sociedad sanjuanina.
Tras esa visita aceptó una colecta con donativos de dinero, joyas, platería enseres y bastimentos.
Luego, en una reunión del 12 de julio del Cabildo y vecindario, con su presencia y la del teniente gobernador De la Roza, aprobó una serie de impuestos al aguardiente y al vino que saliera de la ciudad. Inspeccionó la maestranza del ejército a cargo de Hilario Cabrera y de don Manuel Grande. Y ordenó cavar zanjas en las calles de la capital sanjuanina para servir de trincheras en caso de una invasión chilena.
Se cree que después del 13 de julio de 1815, San Martín siguió en San Juan inspeccionando los senderos cordilleranos del Sur sanjuanino que “podrían tentar al enemigo ocupador de Chile”. Habría recorrido los pasos fronterizos de San Juan pensando cómo defender a la ciudad de la amenaza realista, pero también viendo qué pasos utilizar para cuando iniciara la campaña libertadora que estaba gestando.
La presencia de San Martín fue un hecho histórico, sin dudas, pero que haya estado más de una vez en la ciudad trasciende con las mejores impresiones que tuvo para con San Juan.
César Guerrero escribió que el héroe tenía gratitud para con el pueblo sanjuanino por su heroísmo en el campo de batalla y también por aquellos actos que él había observado en su visita.
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