El juez Ricardo Alfredo Conte Grand (Sala III, Cámara Penal) condenó ayer a 7 años de cárcel a un mozo de 50 años por reiterados manoseos en zonas íntimas contra su propia hija entre los 11 y los 13 años, y por realizar idénticas prácticas a una sobrina (tenía 12 años) con las que simulaba juegos en su cama matrimonial, en ausencia de su esposa, dijeron fuentes judiciales.
El hecho había sido denunciado por la esposa del condenado el 14 de marzo del año pasado, cuando la niña se resistía a visitar a su papá en un hogar de tránsito en el que se alojaba desde que se había separado de su mujer porque no tenía dónde vivir.
Así, el magistrado desechó la acusación de que el acusado (no identificado en resguardo de las menores) había violado en una ocasión a su hija. Esa acusación había sostenido en su alegado el fiscal José Eduardo Mallea, quien había solicitado 14 años de cárcel para el detenido.
Para Mallea, el conmovedor relato de la niñas, los informes psicológicos de que ambas no mentían y el hecho de que el médico que examinó a la hija del imputado admitiera que pudo haber sido sometida sexualmente más allá de que no descubrió lesiones evidentes de un abuso, fueron prueba suficiente que acreditaba una violación, precisaron las fuentes.
Distinta fue la postura de la defensora oficial Rosa Ana Sancassani de Venturín, quien pidió la absolución en base al examen médico de la niña, el informe psicológico que descartaba patrones de un perfil abusador en su defendido y también en la existencia de un conflicto familiar, ya que el mismo acusado habló de una supuesta infidelidad de su mujer y de la denuncia como un medio para sacárselo de encima.
