"No es mérito mío, es de mis jugadores. Si yo juego ante él, pierdo 50-0". José Mourinho hablaba de esa estadística que establece que sabe como ningún otro técnico marcar nada menos que al mejor de mundo: Lionel Messi. Ayer, volvió a ratificarlo pues la Pulga en siete encuentros que enfrentó a los equipos del portugués, nunca anotó. En gran medida por eso es que Barcelona se quedó corto con el 1-0 en un Nou Camp repleto con 96.000 almas. Así será el Inter de Mourinho y los argentinos Samuel, Cambiasso, Zanetti y Diego Milito el que defina el 22 de mayo, en Madrid, la final de la Champions League ante el Bayern Munich. Está claro que el antídoto para el rosarino, ese que embolsa doce millones de euros por temporada y que anotó 40 tantos en esta campaña, ya se inventó para pesar de los catalanes y Diego Maradona.
Messi tuvo tan escaso protagonismo como en la semi de ida en Milán, donde el 1-3 a favor de los italianos comenzó a liquidar la historia. En el inventario del partido de ayer sólo aparece un zurdazo a los 32′ del complemento que atajó Julio César. Poco más que eso: un gran pase a Bojan, quien se demoró en definir. Después, la nada. La mandíbula gacha y la mirada clavada en el suelo a medida que el tiempo pasaba y los ahora ex reyes de Europa no le encontraban la vuelta al cerco planteado por Mourinho. Un catenaccio más italiano que el Coliseo romano. Potenciado por la expulsión a los 28′ de la primera parte de Thiago Motta, justamente un ex barcelonista.
Guardiola había hecho descansar a Messi en el choque del domingo ante Xerez por la Liga, pensando justamente en ayer. Pero Messi no fue Messi. Fue Lionel, en una similitud con los partidos de la selección argentina. Carente de la rebeldía para un crack como él, cayó en la telaraña italiana. Pero fue el propio Juan Sebastián Verón quien el martes pronosticó lo que pasó ayer con su mimado de la selección: "A Messi no hay que dejarlo arrancar. Hay que marcarlo de forma escalonada y que siempre reciba lejos del centro de la cancha, es decir por los costados. Eso es lo que hicimos nosotros con Estudiantes". A la distancia, Mourinho parece que lo escuchó a la Bruja. En realidad ya había empleado este método en los cuatro partidos que lo enfrentó como DT del Chelsea y, principalmente, en los tres de esta Champions en el banco del Inter. En algo se parecen: Mourinho gana nueve millones de euros por temporada y es una celebridad en su país: su biografía es best seller en Portugal.
Barcelona no podrá jugar la final soñada en el epicentro de su rival tan odiado llamado Real Madrid: el Santiago Bernabeu. Por eso Messi culminará su temporada seis días antes. Vendrá a la Argentina y pondrá su mente en el Mundial, donde más un técnico ya habrá grabado el video del partido de ayer. Ojalá que el Diez encuentre un anti-antídoto para ayudar a quien llama su sucesor.
