La creencia en la Difunta Correa se basa en un principio de fe, que es compartido por un número muy importante de personas, lo que le da una gran raigambre popular. Los creyentes lo son a partir de relatos que son producto de la tradición oral. Estos afirman con algunas variaciones, lo que constituye la base en lo que se cree.
Una muy joven mujer, Deolinda Correa, junto a su pequeño hijo en brazos no habría vacilado en seguir a su hombre, en vuelto en los torbellinos de las guerras civiles. La actitud le costará la vida porque muy pronto quedará perdida en medio del desierto, donde morirá de sed. Un tiempo después un grupo de arrieros encontrará el cadáver, de cuyo pechos seguía aún mamando el niño que logró sobrevivir. Es el primer hecho extraordinario, al cual seguirán muchos más. De allí la idea de que quien la invoca, puede recurrir a su poder de generar y distribuir dones.
Visto desde la ciencia histórica, es necesario complementar este relato con pruebas documentales, que prueben la existencia de la mujer fallecida. Es necesario encontrar un papel de la época que lo demuestre. Es entonces cuando surgen los inconvenientes. Estamos en derecho de pensar que Deolinda era una mujer muy joven y humilde y esto era sinónimo de ser analfabeta. Por lo tanto que no vamos a encontrar una carta con su firma, un contrato comercial, o cualquier papel de este tipo. Tampoco se ha encontrado, todavía, el acta de bautismo, que para su época es el documento más creíble para demostrar la existencia de una persona. La búsqueda solo se ha realizado en los libros de las iglesias aledañas al lugar donde la tradición indica que Deolinda podría haber vivido.
Soy de la opinión que habría que buscar más lejos. En torno a 1840, San Juan mantiene una importante actividad comercial, con diversas regiones de Chile, e inclusive con la lejana ciudad de Potosí., en la actual Bolivia. Algunas versiones señalan que Baudilio Bustos, quien parece ser el compañero de Deolinda, era arriero, o estaba relacionado con el mundo de los arrieros. De allí es que podemos pensar que Correa vino con él a San Juan, en unos de sus recorridos.
El viaje más largo que emprendían los comerciantes sanjuaninos, era hasta Potosí, que entre el ir y volver implicaba casi un año entero. Las mulas iban cargadas esencialmente con aguardiente, aunque lo más valioso eran las mismas mulas que se vendían a muy buen precio. Al volver se lo hacia acompañado de uno o dos animales, dejando a sus nuevos dueños el resto de por lo menos los 20 animales que cada arriero tenía a su cargo.
Varios elementos del relato oral, demuestran que Deolinda, podía ser una mujer foránea, no totalmente integrada con el medio sanjuanino. De esto puede entenderse una mayor angustia al verse abandonada y no vacilar en emprender la caminata de seguimiento, por una geografía que conoce muy superficialmente. A tal punto que termina extraviándose.
Quienes la encuentran, ya fallecida, son unos arrieros. En ninguna de las versiones, es un pariente o un vecino quien sale a buscarla. Señal que sólo puede entenderse si estamos en presencia de una persona muy aislada y todavía muy poco integrada.
Por estas razones, vale la pena intentar una búsqueda en los libros de bautismos de las iglesias que están en el camino de los arrieros, que llevaba a Potosí. Son muchas, pero la investigación no es imposible. De a poco habrá que ir emprendiéndola. También es importante tener claro que la búsqueda en las iglesias en torno a los recorridos que se efectuaban para comerciar con Chile son de un interés un poco menor. Esto, por la sencilla razón que para la época de Deolinda, las relaciones con la otra banda de la cordillera eran muy intensas y fraternales. Para entonces, alguien de allí no era un extranjero en San Juan. Siempre tenía un familiar o un amigo en nuestra tierra, que no hubiese vacilado en buscar a la mujer perdida.
Sería muy emocionante encontrar un vestigio de este tipo, y me parece que no es una tarea imposible. El hallazgo, permitiría encarar un estudio por parte de la Iglesia Católica. Esta institución y con mucha rigurosidad, sigue el método histórico en la formulación de alguna opinión. De ninguna manera puede reflexionar si no se encuentra la prueba ineludible de la existencia de Deolinda Correa. Por eso, vale la pena seguir buscando esa acta de bautismo.
