"Me lo pidió siempre y nunca lo hice… No sé por qué, no se dio, por la distancia. Pero bueno, en esta oportunidad surgió", la que habla, con emoción anticipada y hasta con curiosa timidez, es Susana Rosselot de Bettio, profesora de Declamación y Arte Escénico y una de las "chicas" de Fundación Protea. A quien se refiere es a su hija, la cantante de tango Carolina, radicada en Córdoba hace ya varios años. Y de lo que habla es de algo que se concretará el próximo domingo, y que será un antes y un después en sus vidas: por primera vez, madre e hija compartirán escenario como artistas, como colegas, como pares. Será en "Ese loco berretín", el espectáculo que encabeza Carolina San Juan (tal es su nombre artístico), que integran el maestro Carlos Nieto y los bailarines Amalia y Mario; y que a modo de prueba piloto, porque la idea es repetir, contará con la presencia invitada de Susana, ¿cantando? "¡Noooo!" se apura en corregir con énfasis ella misma. Lo hará en su rol de "decidora", como le gusta llamar a esto de recitar poemas, una vocación que ejerció y enseñó con éxito hace años, que fue relegando para dedicarse a su familia y a otras actividades, y que pasado mañana la devolverá a las tablas.
"Sí, será la primera vez que compartiremos un escenario como dos profesionales, como dos mujeres maduras, como amigas. Es un momento muy especial para las dos. Hay otra conexión, ¿viste? Yo todavía no le he preguntado qué siente, pero imagino que está muy nerviosa", cuenta desde Córdoba la tanguera, igual de conmovida, quien retomó la idea de hacer algo juntas cuando Protea le propuso traer su nuevo show a la provincia. "Le gustó, pero me dijo que iba a estar en off, no quería estar en escena. Pero insistí y aceptó", se explaya Carolina, cuyos tangos esta vez se irán entrelazando, temáticamente también, con las interpretaciones de Susana, que recreará versos de Eladia Blázquez y María Elena Walsh, entre otros autores. Tan entusiasmadas estaban, que se sentaron a la compu y en apenas una noche eligieron los temas y armaron la propuesta.
"Fue muy raro, hace tanto que no trabajamos juntas. Te diría que hasta fue como un juego", relata Carolina, quien en su infancia y adolescencia trabajó con su madre, como directora y alumna, cuando estudiaba en su escuela, de la que también se recibió como Profesora de Arte Escénico. "Era muy estricta, conmigo y con mi hermana, porque como éramos sus hijas, nos exigía más. Pero también era muy buena maestra, muy generosa", rememora. Ambas hicieron El circo de los tigres de papel, La botica de Archibaldo y El principito, donde Carolina también comenzó a despuntar el canto.
"Siempre me gustó el teatro y la declamación, y de hecho lo hice hasta que me fui a estudiar a Córdoba. Ahí dejé, porque con la Facultad (estudió Medicina) no me daban los tiempos. Pero ahora retomé. Estoy estudiando comedia musical y teatro, y el 9 de diciembre debuto con un fragmento de Drácula, donde hago a Lucy", anticipa con alegría renovada la cantante, que se sorprende al pensar en los 17 años que pasaron desde la última vez que trabajó en el estudio de su mamá hasta este reencuentro. "Estoy muy expectante", se confiesa la muchacha, cuya admiración por su mamá sigue intacta.
"Ella siempre ha sido mi referente. Yo siento una admiración muy grande por mi mamá. Ella me enseñó a ser intérprete. Y aunque como dice, tiene una madera en el oído, artísticamente todo lo aprendí de ella’, repite Carolina, y su voz se quiebra del otro lado del teléfono. "Ay, ya me emocioné de nuevo… no sé cómo va a ser en escena. Es que en la familia somos medio llorones, encima como estamos lejos", explica. "Pero por Skype ya hablamos de contener las emociones", explica Carolina, quien reconoce que al principio a sus padres no les hizo mucha gracia su vocación artística, por la que abandonó su carrera universitaria.
"Al principio costó, pero me ven tan feliz, y ven que la gente responde a lo que hago que ya está. Ahora disfrutan. Disfrutamos todos", vuelve a sonreír, de cara a su renacimiento escénico.
