En Mar del Plata la racha se cortó y de la peor manera. Porque San Martín regaló el primer tiempo, entró dormido, recibió dos goles antes de las 16 minutos y cuando intentó levantar en el complemente se quedó en eso, en tibios intentos sin argumentos. Perdió 0-2 contra Aldosivi y el invicto que acumulaba desde que se reanudó el campeonato con 6 juegos sumando lo perdió con una cachetada que le dio el Tiburón, que festejó porque ganó luego de 8 partidos y cuando su situación era extrema.
Un mal que condena a San Martín y se repitió. Primero porque otra vez comenzó el juego desconcentrado y le marcaron rápidamente. Y segundo porque cuando enfrenta a los rivales directos (no los denominados “grandes”) los partidos se le hacen cuesta arriba en todo momento.
El primer tiempo del Verdinegro fue muy pobre. Y que nunca haya pateado al arco tiene su argumento en que fue impreciso, no encontró las sociedades, débil en defensa y lejos de la contención en el mediocampo, jugó lejos de la pelota, corrió de atrás, fue irresoluto y sin ideas. Demasiados errores que los pagó al minuto con el gol de Guillermo Ortiz, con ayuda del fondo sanjuanino, que no pudo rechazar tras el tiro de esquina, por detrás Galván metió el centro que Ortiz, entrando por el medio, empujó para el tempranero 1-0.
Y como si fuera poco y cuando todavía el Verdinegro no reaccionaba, José Sand le aplicó otro golpe. El 2-0 cayó a los 16’, tras el pase de Lequi para que el “Pepe”, entrando sólo por detrás y de aire, metiera el remate en el primer palo ante el asombro de Corti. Incluso Aldosivi pudo sentenciarlo sobre los 21’, cuando Roger Martínez estampó su tiro en el palo.
Sorprendido y sin armas, el Verdinegro aguantó lo que restó el parcial inicial, para en el segundo tiempo salir a buscar el partido con una superpoblación ofensiva con los ingresos de Aparicio, Vitti y Toledo. Pero no fueron la solución, más allá que mejoró en sus intenciones pero con nulo poder de resolución. La única clara fue a los 7’, cuando el frentazo de Toledo reventó el travesaño. Lo demás, fue corazón sin fútbol.
