Llega fin de año, comienzan los balances, las preocupaciones, salen a relucir aquellas cosas que quedan pendientes y los objetivos por cumplir. Esto sin contar el cansancio acumulado en estos meses de trabajo y el esfuerzo que demanda la organización de las Fiestas. Un cóctel ideal para sacar de quicio a cualquiera. Así llega también la ansiedad, el insomnio, el mal humor, las frustraciones, entre otros síntomas vinculados a lo que se conoce como estrés. Básicamente esto "se debe al desequilibrio que se produce entre lo que se le exige a alguien y los recursos con que cuentan para satisfacer dichas exigencias. Aunque el estrés se experimenta psicológicamente, también afecta a la salud física de las personas. A esta altura se suma que muchos no se han podido cumplir obligaciones en los plazos estipulados", explica Flavia Garcés, licenciada en Psicología.
Lógicamente que los efectos del estrés varían según los individuos. La sintomatología e incluso las consecuencias de éste son diferentes en cada persona.
El tema es como afrontar este tipo de situación para no llegar a límites insospechados. "Se puede afrontar de manera favorable o desfavorable, por eso lo primero que se aconseja es detectar cual o cuales son las causas que generan el estrés. Luego habrá que evaluar si se puede cambiar esa situación y cómo se puede lograr", explica Mariano Carrizo, también licenciado en Psicología.
Uno de los factores que incide es el exceso de trabajo o cuando las metas en este ámbito no han sido cumplidas por alguien. "El estrés laboral aparece cuando, como consecuencia del contenido o la intensidad de las demandas laborales o por problemas de índole organizacional, el trabajador comienza a experimentar vivencias negativas asociadas al contexto laboral, entre las que se destacan: apatía por el trabajo, astenia, dificultades en las relaciones interpersonales, disminución en el rendimiento, tristeza, depresión, síntomas psicosomáticos que pueden llegar a generar la aparición de determinados trastornos psicofisiológicos, al igual que marcada insatisfacción laboral", explica Flavia.
El estrés supone una reacción compleja a nivel biológico, psicológico y social. A nivel cognitivo-subjetivo produce preocupación, temor, inseguridad, dificultad para decidir, miedo, pensamientos negativos sobre si mismo, pensamientos negativos sobre la actuación ante los otros, temor a que se den cuenta de las dificultades que enfrenta, temor a la pérdida del control, dificultades para pensar, estudiar, o concentrarse, entre otras.
A nivel fisiológico puede aparecer sudoración, tensión muscular, palpitaciones, taquicardia, temblor, molestias en el estómago, otras molestias gástricas, dificultades respiratorias, sequedad de boca, dificultades para tragar, dolores de cabeza, mareo, náuseas, molestias en el estómago, tiritar, entre otras.
"A nivel motor puede observarse situaciones como fumar, comer o beber en exceso, intranquilidad motora (movimientos repetitivos, rascarse, tocarse, etc.), ir de un lado para otro sin una finalidad concreta, tartamudear, llorar, quedarse paralizado, entre otros", relata la licenciada Garcés.
Medidas para afrontarlo
En primer lugar se debe tratar de detectar las causas que están produciendo el desequilibrio. Luego aceptar la realidad de la situación y evaluar opciones de solución y ponerlas en marcha. Carrizo aconseja "saber decir que no, porque muchas veces alguien que está con mil ocupaciones sigue asumiendo responsabilidades en distintos ámbitos; revisar las prioridades; saber delegar; focalizar en lo que se puede controlar; entender la función del estrés y conocer los límites. También la espiritualidad es importante ya que cuando alguien cree en Dios o ser trascendente es muy útil a los efectos de poner un poco de esa carga en la fe. Otra cosa a tener en cuenta es ver que puedo cambiar y qué no puedo cambiar".
Tomarse recreos, como ir al cine, al teatro, o realizar alguna actividad física de manera continua ayuda a mejorar este tipo de estados.
