¿Quién no llevó alguna vez a un pariente, amigo o comerciante que visitó San Juan para las vacaciones o durante alguna escapada de fin de semana, a la bodega López Peláez para que se lleve alguna mistela, oporto, manzanilla u otros de los tantos exquisitos vinos licorosos. No ha habido turista y sanjunanino que no haya comprado botellas de vino o llevado damajunas vacías a la vieja bodega de la calle Alem, en Concepción, para que previo una degustación a +boca de vasija+ poder venirse con el vino +suelto+, fiel a una costumbre de toda la vida de la bodega que fundara alla por el 1900 el inmigrante Salvador López Peláez y que en su comienzo se llamara +La Unión Latina+. Venir a San Juan y no llevar de vuelta un vino dulce o una mistela de esta bodega era no haber estado en la tierra de Sarmiento. Sucede que por su clima, variedades de uvas y por el estilo impuesto por pioneros bodegueros españoles, San Juan fué considerado un gran productor de vinos licorosos por su calidad y gran demanda a nivel nacional.
La obra inicial del señor López Peláez en la provincia tiene otros precedentes de alto significado en la industria vitivinícola. Malagueño de origen, vino a nuestras tierras en 1898. Perrmaneció dos años en Buenos Aires dedicado al comercio, que fué por lo común, la antecámara de todos los extranjeros en la región de Cuyo.
A comienzos de 1900 se radica en San Juan, iniciándose en las labores de exportación de uvas para vinificar a Buenos Aires. Fué uno de los primeros industriales dedicados en gran escala a este rubro, despachando a plaza, trenes enteros cargados con uvas sanjuaninas. Encauzando sus energías en el campo industrial, afrontó labores enológicas en una modesta bodega de Trinidad. Le fue muy bien pues acreditó de inmediato sus productos.
Don Salvador llegó a tener 400 hectáreas de terrenos con 150 cultivadas con vides de distintas variedades entre blancas, +francesas+ y criollas como se imponía en aquellos años, habiendo llegado a lograr algunos rindes del orden de los 50.00 kilogramos por hectárea, producción excesiva para la época, teniendo en cuenta la tecnología de esos años. Realizó un gran trabajo recuperando suelos para el cultivo en terrenos de Alto de Sierra.
Estimulado por el éxito amplió su radio de acción con otra bodega en la ciudad. Esto ocurría en el transcurso de los años 1905 a 1912.
Estos establecimientos fueron vendidos luego a la firma Pujol y Badía (la bodega de Trinidad) y a Don Rufino J. Gómez la de capital. Respondía esta enajenación al deseo de centralizar fuerzas y capitales en un solo establecimiewnto industrial. Este es el origen de la bodega Salvador López Peláez SA, ubicada en Concepción sobre lo que fueran los suburbios de la ciudad y en la proximidad de las estaciones del ferrocarril. La bodega estaba en un terreno de casi dos hectáreas y su edificación general como sus maquinarias eran de avanzada, junto a fudres y toneles de roble francés para depósito y añejamiento de sus nobles productos.
Sus vinos
Sus vinos comercializados inicialmente con la marca +La Unión Latina+, impusieron en el mercado su calidad y fué así como don Salvador defendiendo la genuinidad y prestigio de sus productos, evitó simpre los intermediarios en la comercialización. Por aquellos años, bodegueros de Mendoza le reiteraban ofertas de compra de sus vinos generosos (tipo españoles) y así poder vender ellos su vino. Eran condiciones ventajosas para el establecimiento, ofertas que siempre fueron rechazadas por preferir mantener la calidad y no exponer su prestigio ganado con esfuerzo. Incorporó con criterio a sus hijos a la empresa a medida que terminaban sus estudios superiores. Uno de ellos, Guillermo, que nació en San Juan en 1910, el cuarto de nueve hermanos, se graduó de enólogo a los 21 años y fue el técnico de la bodega y presidente de las Bodega Salvador López Peláez Limitada Sociedad Anónima, participando activamente en la elaboración, corte y degustación de los vinos.
En sus tareas estuvo acaompañado por su hermano Rogelio, también enólogo y que durante muchos años estuvo a cargo de los manejos administrativos y la presidencia de la empresa, dejando las propiedades rurales a cargo de otro de los hermanos, el ingeniero agrónomo Enrique López Mansilla.
Tradicionalmente la bodega se caracterizó por sus vinos Jerez, manzanilla, oporto, mistela blanco dulce de solera, marsala, moscato dulce y los tradicionales blanco y tinto de mesa con un toque de maderización.
Los productos se comercializaron originalmente con la marca +La Unión Latina+, +Zonda+,+Villicum+, +Decano+, +María del Carmen+ y +Antiplano+.
Por una decisión del estatuto de la firma en 1927, la empresa cerró sus puertas el 31 de diciembre del 2000, generando un gran vacío ya que terminaba un coloso de la industria de San Juan a tal punto que hoy permanece en ruinas luego del desmantelamiento de su infraestructura cuando los sanjuaninos nos perdimos, por no comprarla el Estado, la oportunidad de tener una +bodega museo+ con gran interés turístico, pués era una de las mas viejas que existía. Tenía toneles, fudres y cubas de roble de origen francés con 50 mil y 60 mil litros de capacidad. Poseía tambien una gran destilería para la producción de alcohol con columnas de destilación y rectificación totalmente de cobre, cuya construcción era del primer cuarto de siglo XX y con un estado de conservación perfecto. Todas sus construcciones soportaron el terremoto de 1944 y 1977. La capacidad de piletas de la bodega era de 5 millones de litros con 105 vasijas de mampostería y 103 de madera.
Todavía tengo en mis retinas la última cena que la familia ofreció en la bodega a un limitado grupo de personas, incluyendo periodistas. Me consideré un agraciado. Puedo contarlo. Todavía guardo las seis botellas de obsequió del último vino. Un regalo muy preciado que muchos coleccionistas quisieran tener en sus vitrinas.
