Soñaban con viajar a Bariloche, a Córdoba y hasta pensaron en conocer la Antártida. Pero terminaron en Jáchal, durmiendo en una casa y un galpón prestados y trabajando desde la madrugada hasta que desaparecía el Sol. Se trata de los alumnos de Sexto año de la escuela Industrial Domingo Faustino Sarmiento que hace 35 años construyeron la escuela de educación especial Abejitas de Santa Rita, con el dinero que habían juntado para hacer su viaje de estudios. Ayer, en el aniversario del establecimiento jachallero, los alumnos actuales de esa escuela hicieron un acto para agradecer una vez más a aquellos chicos de 1975, que en su mayoría tenían 18 años, por haber dejado de lado el viaje para cumplirles el sueño de tener el edificio propio.

Hicieron rifas, organizaron cenas y trabajaron durante un año para juntar el dinero con el que pagarían el pasaje y el alojamiento de su viaje de estudios. Pero, como estaban recibiéndose de Técnicos en Construcciones, sus profesores les dieron la idea de hacer alguna obra solidaria con ese dinero. Después de discutir, los chicos decidieron aceptar la propuesta.

Según cuenta Susana Carrizo, una de las 8 ex alumnas del grupo, viajaron a distintos departamentos para ver quiénes necesitaban su ayuda. Y cuando conocieron la historia de la escuela jachallera, no dudaron en ayudar a ese colegio. Es que hacía años que los chicos discapacitados y las maestras iban de un lado a otro porque no tenían un edificio propio. Además, Marina Bravo, vecina del departamento, había donado el terreno para la escuela en la calle San Juan, a metros de la plaza principal del departamento.

Cuando los chicos descubrieron su objetivo pusieron manos a la obra con la iniciativa que llamaron Proyecto Victoria. Hablaron con funcionarios para recibir ayuda, pidieron donaciones a empresarios y pusieron toda la plata que habían juntado para viajar. Así consiguieron los elementos necesarios para la construcción.

Los chicos de la Industrial llegaron a Jáchal en octubre de 1974 y estuvieron allí casi 4 meses. Trabajaron sin parar y recién el 29 de junio de 1975 pudieron entregar las llaves del edificio a las autoridades de la escuela.

"Nos organizamos para trabajar. Yo, por ejemplo, era jefe de Obrador, tenía que levantarme temprano y llegar primera para entregar todas las herramientas a mis compañeros y después guardarlas", recuerda Susana. Y cuenta que ella y sus 33 compañeros almorzaban en el cuartel de Gendarmería. Y que las chicas dormían en una casa que les habían prestado, y los chicos, en un galpón que tenía dos piezas.

Los alumnos se encargaron de todos los aspectos de la construcción. Hicieron los planos, los cálculos, prepararon el terreno, levantaron las vigas y pegaron cada uno de los ladrillos. Sólo contaron con la ayuda de dos albañiles que supervisaron la obra. Y mientras trabajaban recibían la visita de los alumnos que iban a la escuela Abejitas en ese momento, que veían cómo iba creciendo el edificio.

"Fue una experiencia hermosa. No hicimos el típico viaje de estudios, pero pasamos muchos días juntos, aprendimos a convivir y realizamos una obra que fue muy enriquecedora e interesante. Es un gran recuerdo", dice Susana, 35 años después.

Los 50 alumnos y las autoridades actuales del establecimiento también recuerdan que gracias a esos adolescentes consiguieron el edificio que tanto soñaron. Por eso, a modo de agradecimiento, ayer celebraron el aniversario del establecimiento en la Plazoleta Angélica Cáceres de Remy y evocaron la historia de su escuela.