Una angosta galería al aire libre de unos 10 metros de largo, con piso de cemento y techo de chapa es el aula colectiva que tienen los casi 200 alumnos que hacen una capacitación laboral. Esta situación la padecen todas las noches y durante todo el año, incluso en invierno. El motivo es la falta de un edificio escolar propio. Por ahora, y desde hace tres años, la escuela de Capacitación Laboral Ingeniero Angel Luis Nousan, de Campo Afuera, Albardón, funciona en un módulo de chapa. Esta estructura cuenta con sólo tres aulas de pequeñas dimensiones y un baño provisorio. Lo que no es suficiente para contener ni a los alumnos ni a las maquinarias que usan para capacitarse.
Según el director de la escuela, Américo Reynoso, hace más de tres años que vienen pidiendo un edificio nuevo y más docentes, pero "hasta ahora no hemos tenido ninguna respuesta". DIARIO DE CUYO intentó ayer consultar al Ministerio de Educación para plantear el problema, pero no hubo respuesta por encontrarse las autoridades en reunión, según manifestaron sus secretarias.
Esta escuela funciona hace nueve años. Al principio dictaba sus clases en las aulas de la Escuela Villicum. Hace tres años, se trasladó al módulo de chapa donde está actualmente, ubicado dentro del mismo predio de la escuela Villicum. Allí se dictan las clases del primer, segundo y tercer año de las cuatro especialidades: carpintería, electricidad y bobinado de motores, industria de la alimentación, y arte gráfica y encuadernación. Son, en total, 196 alumnos de entre 12 y 50 años, que sólo tienen tres pequeños cursos, una galería al aire libre, un baño provisorio y cinco docentes para educarse.
La situación es la misma año a año. Tantos alumnos no entran en los cursos y tienen que recibir sus clases en la galería. Se mezcla el polvo del aserrín que desparraman los que hacen el curso de carpintería, con la grasa de los que arreglan bobinados y la harina de los que aprenden a cocinar. Juntan las mesas de los cursos para formar un gran mesón y, uno al lado del otro, los alumnos de las diferentes especialidades se acomodan como pueden para hacer sus trabajos.
Estos casi 200 alumnos van de lunes a viernes, de 20 a 22:15 horas, a aprender alguna de las cuatro especialidades. Muchos de ellos van directamente después de sus trabajos y sacrifican sus pocos ingresos para comprar los elementos que necesitan para capacitarse. Y, si bien les sobra voluntad, lo que les falta es un edificio escolar, docentes e insumos. Algo que siempre les faltó y que vienen reclamando desde hace muchos años, según afirmó el director. "A fines del ciclo lectivo del año pasado vinieron el gobernador y la ministra de Educación a inaugurar el nuevo anexo de la escuela Villicum. Ahí prometieron que nos iban a construir un edificio para que funcione nuestra escuela, pero hasta ahora no pasa nada", dijo Reynoso.
