Pese a sus casi 3 décadas en las trincheras, el Cuarteto de Nos comenzó a proyectarse en 2006: el mismo año, esa especie de humor negro convertido en notas musicales, comenzó a rodar en Argentina, España, México, Colombia y Ecuador con la absurda aventura de Yendo a la casa de Damián (del disco Raro). Tras varias aspiraciones, en la edición 2012 que se realizó en Las Vegas; los uruguayos consiguieron el primer Latin Grammy para el rock de su país y el gramófono cayó por partida doble en manos de Roberto Musso, cantante y compositor del combo que hoy llega por primera vez a la provincia, en Luna Morena (ver aparte)

"¡Vamos a San Juan para un debut total!’, afirmó Roberto a DIARIO DE CUYO, transpirando euforia por las estatuillas a mejor álbum de rock por Porfiados (su álbum Nro.13) y mejor canción con Cuando sea grande, previo a su aterrizaje en estas tierras.

¿Cómo los recibió Uruguay al convertirse en los primeros en ganar un Grammy en rock?

– En Uruguay, todo el mundo está como loco con nuestro Grammy, es como si hubiésemos salido campeones del mundo. Somos los terceros, primero fue un maestro de tango y después música clásica, en rock somos los primeros.

– ¿Este premio te presiona a superarte?

– ¡Por suerte ganamos un Grammy!, sería peor presión tener que hacer algo bueno por primera vez (risas).

– Este galardón los ubica entre las grandes bandas de la música actual…

– Es una pieza más en el engranaje, apostamos mucho en 2006 para salir de Uruguay. Es una inversión.

– ¿Cómo llegó a ser lo que es hoy el Cuarteto de Nos?

– Con mi hermano Ricardo, el grupo comenzó a tomar forma cuando éramos adolescentes y nos encontramos con Santiago y Alvaro. Pero era algo muy amateur, empezamos en los cumpleaños de 15 de nuestras hermanas, pidiéndoles por favor que nos dejaran tocar y arruinándoles la fiesta. ¡Qué increíble!, ahora, son ellas las que nos piden invitaciones gratis para ir con mis sobrinos. Nuestro primer público no familiar, fueron los compañeros de universidad, Santiago y mi hermano estudiaban Arquitectura y yo Ingeniería.

– ¿Porqué la ingeniería en tu caso? ¿Cómo se relaciona con la música?

– Después de la música, mi otra pasión es la matemática, aunque no lo puedan creer (risas). Yo me recibí de ingeniero. Mucha gente me vincula a la Psicología o la Filosofía, ¡no hay nada más insensible que un ingeniero!, pero yo defiendo la posición de que hay conexión entre la matemática, la lógica y la música. Todo ese mundo medio surrealista y fantasioso de los números que, después se transforma en cosas muy concretas como puentes, tiene mucho que ver.

– Tienen un estilo muy particular en sus letras que los diferencia del resto…

– De chicos nos enroscábamos en juegos de palabras, nos divertíamos mucho. No éramos lo común y corriente, ni el adolescente medio tampoco (risas).

– ¿Eran los chicos raros del vecindario?

– Unos nerds totales, unas ratas de departamento.

– ¿Cómo elegís los temas de las canciones?

– Me gusta ir poniendo cómo me fui sintiendo a través de la vida, como en Ya no sé qué hacer conmigo; o Cuando sea grande, donde hablo de cómo veía a mis padres.

– ¿Y cómo construís las rimas?

– Mi gran influencia es la literatura americana, autores como Julio Cortázar, García Márquez y Jorge Luis Borges, el surrealismo de Eugene Ionesco y también el absurdo.

– Llevan 28 años tocando pero recién en 2006 llegaron a la Argentina

– Sí, y los argentinos nos recibieron de una manera increíble, la presentación de Porfiados en el Luna Park con 7 mil personas, es uno de los recitales que recuerdo con más emoción.

– ¿Yendo a la casa de Damián, fue el pasaporte de ingreso?

– Es cierto, y ese tema en particular es muy surreal, de una persona que no sabés quién es, dónde va, porqué iba y a buscar qué cosa…

– Con ese mismo estilo, en su nuevo clip Buen día Benito tocás un tema fuerte como es el bullying…

– Me saltó el tema de escribir sobre la venganza, un tema políticamente incorrecto de tratar, sobre todo cuando es una venganza casi llevada a cabo. Pero cuando la empecé a escribir, lo hice acordándome cómo éramos en la secundaria, siempre con el matón persiguiéndonos para rompernos los lentes, pegándonos por pegarnos.

– O sea que es autobiográfica…

– Cuando la canto en vivo, veo la miradas de los niños con deseos de venganza y me digo: a ellos les está pasando lo mismo que a mí. Todos llevamos un Benito que es el causante de los males de nuestra vida y el mensaje que me gusta dejar es que cuando uno le echa la culpa a otra persona, en definitiva, la culpa está en uno mismo. Ese Benito, soy yo en busca de mi propio fantasma.

– ¿Pero entonces Buen día Benito puede incitar a la violencia?

– Lo que digo es que esa canción, en especial, despierta una cosa de mucha fuerza, en algunos recitales van los hijos con sus padres y sé que para los padres la interpretación le va por un canal emocional y a los niños por otro. Benito es uno de los personajes de Porfiado, que tienen la venganza entre ceja y ceja.