Y lo fue soltando, bajando levemente el dedo para que corriera el piolín. Y se fue, lejos, tanto que el volantín pareció un punto negro en el cielo gris. Néstor Villena había armado el barrilete en la mañana, para hacerlo volar junto a sus hijos Juan Ignacio y Lourdes, pero en la tarde los chicos sucumbieron ante el entusiasmo del padre y se conformaron con ser meros observadores. "Volví a ser chico. Ya ni me acuerdo cuándo hice volar un volantín por última vez", dijo ensimismado, sin bajar la vista. Así como Néstor, ayer hubo varios padres que no soltaron ni un ratito los barriletes, en una movida que organizó la Dirección de Deportes de la Municipalidad de Rawson para festejar el Bicentenario. Fue en un descampado al lado de la Bodega Superiora, donde hubo unos 60 barriletes.

"Cuando era chica, iba a la cancha a hacer volar volantines. Ahora, por primera vez le hice uno a mi único hijo varón y la verdad que me trajo muchos recuerdos lindos", contó Liliana Quiroga, quien armó el barrilete con papel crepé y cañas, con los colores patrios.

La suelta de barriletes fue el cierre de una serie de jornadas de juegos tradicionales, que se realizaron para conmemorar los 200 años de la Revolución de Mayo. "Ya hicimos carreras de embolsados, salto a la soga, tejo, trompos y balitas. Queríamos que los chicos se divirtieran como lo hicieron sus padres y abuelos", dijo Daniel García, director de Deportes de Rawson.

Pese al frío de la tarde y las narices rojas, todos agradecieron el vientito que había, que facilitó todos los vuelos. Y tal como pasaba en cualquier baldío hasta hace unas décadas, las preocupaciones pasaron por el punto justo de las colas de los volantines y el peligroso cruce de los piolines. Hubo mayoría de barriletes imitando la bandera argentina, de papel crepé, otros hechos de bolsas plásticas de supermercados, los regalados por el municipio y no faltó el de la "U" grande pintada, el de Unión de Rawson. Ayer el cielo plomizo se llenó de color y, como no podía ser de otro modo, la tarde se pasó volando.