Para llegar a Veladero y Lama, los vehículos mineros atraviesan dos localidades, Villa Iglesia y Las Flores. Pero sólo en la primera hay un desvío, que llaman by pass, para evitar que los vehículos pesados pasen por el medio del pueblo. Sin embargo, ese desvío atraviesa justo por los barrios Oasis, Las Cortaderas e Iglesia, un conglomerado de 85 viviendas en total y que está a la entrada del poblado. Allí los vecinos ya se habituaron a las caravanas de camiones, que avanzan a paso de hormiga mientras las mujeres lavan las veredas y los niños juegan a la pelota.
‘Es parte de nuestras vidas, ya nos acostumbramos a los camiones‘, dijo David, quien tiene un negocio de comidas para llevar. Hay otro factor que mejoró con el tiempo y que facilitó ese acostumbramiento. A diferencia de los primeros años, en que el by pass era una huella aserruchada y no había un control estricto, ahora el camino está bien mantenido y tiene un tratamiento de sales que asemeja un pavimento. Pero además, una patrulla de Seguridad Patrimonial, el área que creó Barrick para controlar el tránsito, chequea que los vehículos pasen por el vecindario a no más de 30 km/h, a riesgo de sanción a los choferes de la compañía o de las empresas subcontratistas.
‘Antes, con los serruchos y los camiones que pasaban volando, parecía que las casas temblaban. Ahora, si uno no los ve, ni cuenta se da cuenta que están pasando‘, contó otra vecina, que no dio su nombre.
